Venimos del post anterior y retomamos para hablar un poco más, de manera general (después entraremos en las especificidades de ciertos espacios), lo que implica tener en cuenta una arquitectura determinada según necesidades, público, etc.
Kayla Delzer comenta: “Ver que algunas salas de clases lucen igual a como lo hacían hace 70 años es vergonzoso. Los estudiantes con los que compartimos la sala de clases no conciben la vida sin una conectividad constante, wi-fi (…). El éxito mundial de Starbucks no se debe al café: se debe al inteligente uso del espacio y del mobiliario. Howard Schultz, su CEO, tuvo la idea de trasplantar el confort habitual que uno tiene en su casa (alfombras, iluminación tenue, colores cálidos), a sus cafeterías, en un momento en el que la competencia utilizaba esas mismas herramientas para expulsar al consumidor cuanto antes del recinto, a través de colores saturados, iluminación directa y texturas plasticosas (pensemos en un McDonald’s).
El imaginario de cómo debe ser un aula (…) con esas banquetas o sillas que impiden de manera absoluta cualquier confort, cualquier postura sana, cualquier movimiento… La mesa del profesor enfrentada a la de los estudiantes (…) una luz dura y eléctrica, casi quirúrgica, alejada completamente de sensaciones como la seguridad y el confort. Y un mobiliario muy bien diseñado para NO aprender, diseñado para ingerir información, vomitarla y olvidar, para aburrirse en clase, para negar al cuerpo, para contemplar la nuca del compañero de adelante e impedir cualquier proceso participativo y de colaboración. Porque, no lo olvidemos, no es que el mobiliario y uso del espacio tradicional esté “mal” diseñado, es que está diseñado para el aprendizaje de la obediencia y el cumplimiento, y para la ausencia del pensamiento crítico, la creatividad y la independencia”.
La diseñadora holandesa Rosan Bosch va por el mismo camino y comenta: “El formato del niño fijo en una mesa tiene mucho que ver con la disciplina y poco con el aprendizaje. El sistema tradicional los entrena para escuchar largos discursos sin aburrirse, y eso resulta imposible hasta para un adulto, que no aguanta más de 20 minutos de charla sin desconectar. (…) Ser pasivo y actuar solo bajo las directrices de terceros ya no funciona”. No nos olvidemos del “prosumer”…
En estos dos casos citados, la “arquitectura” implica varios conceptos tales como el de «autoridad» que, definitivamente, viene acompañado del concepto de “la autoridad (maestro, bibliotecario, etc.) tiene el saber, los otros, los alumnos/visitantes, lectores son actores pasivos y acatan. La distribución y la forma que determinan comportamientos.
Seguimos con Bosch. “En 2006, el ayuntamiento de Gentofte, un pueblo cercano a Copenhague puso en marcha, en 1999, un proyecto para transformar doce escuelas públicas y Bosch se encargó de una de ellas, la Ordrup School. Allí, el diseño tradicional fue reemplazado por varios espacios, para una enseñanza diferenciada y un pensamiento creativo, basándose siempre en que todas las personas son diferentes y tienen diferentes maneras de pensar y aprender. En este caso, el diseño se basó en tres conceptos clave: ‘paz y absorción’, ‘discusión y cooperación’ y ‘seguridad y presencia’».
Durante tres semanas, se colaron en las aulas para ver la forma de trabajar y de moverse de los alumnos y profesores y detectaron que el problema principal era la rigidez del espacio. Permitieron a los niños sentarse en el suelo y trabajar a la luz de una lámpara, colocar post it con sus ideas debajo de las mesas, o leer en solitario en tubos circulares.
Los profesores, que al principio se mostraban reacios, se dieron cuenta de la importancia de contar con diferentes espacios para la concentración o la colaboración entre los niños, y ahí jugaba un papel esencial el mobiliario y su distribución en el aula.
“Todo cambio resulta doloroso y al principio todo parecía abocar a la catástrofe. Para que los profesores se sientan cómodos, tienes que trabajar con ellos, y cuando empiezan a ver los resultados, son los primeros en entusiasmarse. Estamos acostumbrados a pensar que los profesores no se reciclan, que durante toda su trayectoria manejan los mismos contenidos y no tienen necesidad de actualizarse, algo que no sucede con otras profesiones como los médicos. (…).”
Bosch se apoyó en los conceptos de David Thornburg que, en su libro From the Campfire to the Holodeck, definió los cuatro espacios idóneos que todo colegio debería ofrecer: los espacios Campfire (hogueras de campamento) para la lectura colectiva; los Watering Holes (abrevaderos) para los debates entre alumnos; las Caves (cuevas) como lugares tranquilos para la reflexión; y los Life (vida) para compartir con otros compañeros lo que se ha aprendido. Estos criterios los retomaron Bosch y también Fintelman, entre otros.
Vayamos a un ejemplo en una biblioteca, y su propia interpretación de los espacios: en la Biblioteca Principal de Aalborg se denominan de la siguiente manera: “el Oasis”, que invita a la gente a tomar tiempo para sumergirse; “el Pulso”, que expone lo altamente actual; “el Escenario”, donde se reproducen películas y música y donde hay diferentes tipos de actuaciones; “el Taller”, que inspira a los ciudadanos a la actividad creativa; y “el Laboratorio”, que ofrece un aprendizaje inspirador acompañado de las TIC. “La Zona” es un área especial donde “el principio de la serendipia se despliega mezclando todo tipo de medios de comunicación de maneras inesperadas – la corriente, lo clásico, lo friki y lo popular. Serendipity se trata de dar cabida a lo inesperado para que los usuarios encuentren inspiración para nuevas experiencias (Bjørneborn 2008)”.
Hay también clasificación de espacios desde otro lugar. Veamos estas “nominaciones”: los espacios de reunión de la biblioteca deben cubrir tres dimensiones importantes:
• Una dimensión se extiende entre el espacio íntimo, casi privado, y la plaza completamente pública y abierta.
• La segunda dimensión abarca espacios de encuentro que pueden contener tanto la enseñanza organizada como encuentros espontáneos y no organizados.
• La tercera dimensión se refiere a la escala – debería haber espacio para reuniones grandes y pequeñas.
También pueden ser clasificados según el público (target). Por ejemplo, los espacios de encuentro para niños son una categoría especial. Muchas bibliotecas aspiran a ser bibliotecas familiares, en las que un reto básico es crear transiciones suaves entre el espacio de los niños y el de los adultos, o incorporar lugares de encuentro de adultos en los espacios donde los niños se encuentran y juegan en la biblioteca.
Por ejemplo, en la Biblioteca de Rentemestervej, en la planta baja, justo enfrente del café, se encuentra la sección «Grotten» (la gruta) para los niños pequeños. Esto permite a los padres mantenerse atentos a las actividades de sus hijos mientras disfrutan de una taza de café. Como resultado del material reductor de ruido que se ha elegido, los huéspedes del café no experimentan ningún ruido de los niños en la gruta.
Si no, un espacio más clásico para los niños es el espacio de cuento de hadas que, tradicionalmente, es un espacio íntimo y acogedor con bancos o almohadones en círculo, donde se leen cuentos a los niños en voz alta.
Los espacios de reunión más recientes para los niños están relacionados con los juegos sociales, por ejemplo, una zona Wii en la biblioteca o un «Gamer Street» con consolas de juegos.
Veamos el caso de niños un poco más grandes (7-12 años) quienes consideran a la biblioteca como un espacio libre, lejos de los padres y maestros. Tiene que ser un lugar donde puedan pasar el rato, hacer ruido, etc. Para ello, la biblioteca debe diseñarse como un espacio robusto, preferiblemente a distancia / aislado de otras zonas.
La Biblioteca Municipal de Malmö para niños de 9 a 12 años fue creada (rediseñada) con la inclusión de la opinión y sugerencias de más de un centenar de niños, en colaboración con un diseñador de interiores y un diseñador de interacción. El diseño y los servicios de Balagan se basan en gran medida en el diálogo con los niños. Como ejemplo espacial y de diseño de la importancia que Balagan concede a este diálogo, se ha creado “el Ministerio”. Este es un espacio especial donde se pueden discutir los deseos y necesidades importantes que los niños puedan tener en relación con Balagan. Está situado cerca del corazón de la biblioteca con acceso desde la zona central de tráfico pero, al mismo tiempo, constituye una espacialidad independiente. La gente debe quitarse los zapatos antes de entrar. Sin embargo, la intención es ejercer sólo un mínimo de regulación.
¿Y con los jóvenes? Ellos usan computadoras, iPads y celulares en su búsqueda y dominio del flujo de información. Al mismo tiempo, como «prosumidores», crean y dan forma a la información y a la cultura en Internet mediante la mezcla de productos digitales. Para ellos, lo que importa es el contenido y no la tecnología, y el proceso de aprendizaje se basa en el ensayo y error (sistema típico de los videojuegos). Sin embargo, esto no garantiza que posean las habilidades digitales necesarias para utilizar Internet, y las ofertas de la biblioteca virtual al máximo. En este caso, la biblioteca puede ayudar a mejorar la alfabetización de los jóvenes al poner a disposición de los bibliotecarios, como guías y mentores de medios digitales, tecnologías digitales actualizadas y medios de comunicación.
La Ørestad Library es un ejemplo de vanguardia. Con el servicio de información digitalizada, los bibliotecarios disponen del tiempo necesario para realizar las tareas básicas y para poder ofrecer una ayuda proactiva a los usuarios. Y es así como se impuso un iPad en una mochila con una clara indicación de que el portador es un bibliotecario.
Algo similar, en cuanto a tener en cuenta la capacidad productiva del usuario, se refleja en la Biblioteca Roskilde en la que se creó una zona de exposición con obras digitales e interactividad en relación con el proyecto ‘Litteraturen finder sted’ (La literatura sucede): el usuario debe hacer algo para que la obra tenga sentido. Hay que ser usuario “activo” para poder crear un poema. Es decir que en este caso, directamente la estructura, la arquitectura, el espacio o como quieran llamarlo, directamente existe solo si el visitante interviene. Es casi como decir que el espacio en esta biblioteca solo existe si alguien lo construye.
Resumiendo: oasis, hoguera, grandes, chico, gruta… no importa el nombre que cada uno le dé. Es una manera de diferenciarse o de agregar o sacar alguna de las características específicas del lugar. Lo importante es el hecho de que todos están de acuerdo en que los espacios juegan un lugar importante en los nuevos modos en que se aprende.
Insistimos que poner un banquito más o menos no cambia a la escuela/biblioteca/museo si los docentes/bibliotecarios van a seguir ejerciendo el mismo poder que ejercían cuando estaban en las famosas sillas, enfrentando al alumno/banqueta – museo. Es una concepción metodológica. Es un millón de lecturas de toda índole –filosóficas, educativas, sociológicas, pedagógicas, etc.- que justifican que la espacialidad, efectivamente, tiene una influencia en cómo la gente aprende, aprehende, produce, etc.
Tiene que haber algo más de fondo para que ese banquito rojo sea algo más que un banquito rojo (y no azul, o cuadrado, o triple, o en madera, o que flota, o…).
Ya casi termina, seguimos la semana que viene.
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