Y de pronto, nos dijeron que no podíamos salir de casa. De más está decir por qué. Pero cada uno, imagino, se puso a pensar qué podía hacer para que esto fuera un poco más llevadero. Seguramente, leer no salva vidas, amar los libros y tratar siempre de transmitir ese amor, menos. No soy médica, ni enfermera, pero solo pensé en dar aquello que sé hacer. Y entonces, nació #teleouncuentoenpijama.

Empecemos por el nombre. Leerle un cuento a alguien siempre es sinónimo de calma, de bienestar. Alguien lee, el otro escucha y el silencio es llenado solo por alguien que sabe decir las cosas mucho mejor que uno. Los niños se duermen, los adultos disfrutan.

Mi mamá trabajaba 28 horas por día, somos 5 hermanas y aunque teníamos ayuda, la cosa se volvía mínimamente complicada. No recuerdo muchas actividades que hiciera con mi mamá, pero nunca he olvidado el momento de irse a dormir. Ella se ponía a contarnos un cuento. Sólo recuerdo uno. En mi cabeza, mi mamá siempre nos contaba el mismo: El pájaro grifo. De grande, investigué sobre el tema (desarrollaré en otro post). Al rato, mi mamá se dormía y empezaba a hablar entre sueños: «tengo que entregarle los análisis a Dutchinsky y…». Nosotras seguíamos despiertas y ella, aunque no lo supiera, seguía trabajando. Es bioquímica y fue, durante muchos años, jefa del Laboratorio Central del Hospital Israelita. Dutchinsky era nuestro pediatra familiar. En sueños, todo se mezclaba. Pero el pájaro grifo siempre seguía presente. Evidentemente, hasta el día de hoy.

Por las mañanas, solo los fines de semana (creo) se ponía el winko y nos levantábamos escuchando las canciones de María Elena Walsh. Mi papá, también fue culpable. Leíamos, leíamos y leíamos. Todos. No nací de un repollo. Y es el día de hoy que las 5 somos hiper lectoras y mi mamá, ni les cuento. Es insaciable!

En pijama, porque metafóricamente, uno se queda en casa y no se saca el pijama. Lo gracioso es que ya casi nadie lo usa. Las mujeres usan camisón. Y todxs usamos remeritas que nos trajeron de recuerdo, de la maratón que corrimos en 1654, el shortcito que se descosió, la remera que nos regaló un novio, etc. Pero era solo metafórico. Aunque logré que muchos se lo pusieran. Ese pijama guardado desde hace mil años que te regalaron, que lo compraste porque debías compartir una habitación en un hotel con alguien, vaya a saber…

La lectura además no tiene fronteras. Ni edades. He recibido cuentos en francés, italiano (estoy esperando en japonés, hebreo, flamenco, entre otros) y la pueden llevar a cabo grandes y chicos como podrán ver.

Pero esto, espero, recién empieza porque ahora voy a contar lo que en realidad, debería haber ido al principio. La intención, como ya dije, era algo que apacigüe la soledad, pero también señalar que no tenemos que ser escritores, ni famosos, ni nada para seguir este hashtag y aportar tu granito de arena. Todos leemos, todos tenemos un libro, todos tenemos una voz y lo interesante es que la podemos compartir. Nuestros chicos quieren escuchar nuestras voces, las de ellos mismos, la de sus tíxs, padres, etc.

A la iniciativa que fue paseando por las redes de manera manual y casi personal (tendré con furia 23 seguidores sumando todas las redes) la anuncié de la siguiente manera:

#teleouncuentoenpijama. Ponete el pijama y leénos un cuento. Así, sin filtros. Agarrás el celu, te grabás y le ponés el hashtag. Algo cortito, algo que quieras compartir. No tenés que ser un profesional, solo tener ganas de compartir tu voz. Puede ser en cualquier idioma, porque la cuarentena es para todos.

Así que, animáte. Ya hay hermanas, sobrinas, niños, adultos, franceses, italianos, famosos, no famosos… No, no te hagas ilusiones, no grabó ni el presi @alferdez, ni, Marley @marley_ok, ni siquiera Pampita @pampitaoficial. Pero mis famosos son lo más. Porque son como vos y como yo. Gente que le pone el cuerpo con lo que puede (que es un montón). Véanlo ustedes mismos en mi Instagram @betlipp o en Facebook con mi nombre. Lo subís a las redes, ponés el hashtag o me etiquetás, o me avisas y yo lo hago circular por vos. ¿Lograremos ser Roberto Carlos y tener un millón de amigos lectores?. Ojalá.

Acá no he logrado poner a todos, porque aún no subí los que me enviaron. Porque mi sobrina Lu me dijo: «Administrará, Betu. Administrá!» y yo, como siempre, muy obediente, administro. Así estamos.

PD: muchas promesas. Dejen de menazarme y manden el videíto!. Gracias