Anteayer mi amiga Carina Maguregui me manda un sticker, -que dicho sea de paso, no sé por qué el nombre si no se pega- muy ingenioso, el de Stalin haciendo el gesto del corazoncito. Enseguida se me ocurre mandárselo a mi sobrino Pablo Chernov. Rebobinemos. Mi sobrino Pablo siempre me manda unos emojis y stickers geniales. Estoy en rusia e instantáneamente me lleva la carita de un ortodoxo con el gorro de piel, etc. Los de la comunidad judía son especialmente requeridos en nuestra relación y, en general sus combinaciones resultan gloriosas: un maguen David junto a John Travolta en posición fever night es un ejemplo. Ahora ya sé dónde los encuentra, pero al inicio de la era «emojis del celu» no solo que no los encontraba, sino que en general podía tardar dos horas en hacerlo por lo que rendida, me limitaba a mandar los tres que me aparecían antes: el corazoncito, la sonrisa sin doble sentido, los deditos cruzados…

En algún momento, me dí cuenta de que se te aparecen en primer lugar cuando los usás más seguido (de esto podríamos hablar mil horas, como de los posts de facebook o de las personas a las que dejamos de ver porque hace años que no postean y etc. , pero no será en esta ocasión). Retomo. De hecho, cuando me tatué una serpiente (historia que también quedará para otro post), obviamente quería mandar el emoji de la misma a miles de personas contando la increíble situación, entonces le dije a mi amiga Claudia Schepes (otra especialista en rapidez emoji, excel, descargar videos imposibles. En síntesis: salvadora oficial) que me mandara varias veces, aun cuando habláramos de cualquier cosa, la imagen para que se me pusiera en primer lugar y no tuviera que ir a buscarla cada dos minutos.

Ahora sí, retomemos en serio. Le mando el sticker de Stalin a Pablo y se produce la siguiente conversación:

Yo: ¡con éste te maté! (haciendo referencia a Stalin)

Pablo: jaja. Me gusta. Tengo el de marx haciendo el corazón, pero el de joseph, no

Era evidente que esta conversación abría un mundo de posibilidades y así fue como nace esta historia.

Por supuesto, le dije a Pablo que teníamos que escribir sobre esto, que ¡éste era el modo de coleccionar figuritas hoy!, y rápido como suele ser, agregó: «el álbum de stickers, hay que hacer una selección y categorías: política internacional, deporte, espectáculo…».

Yo (seguí): parte snob, oscar; ¡Tengo como mil coreanos que me mandaron!

Hago un paréntesis. Porque después del éxito de la película Parásitos, obviamente todos nos volvimos procoreanos: comemos kimchi casi con la misma asiduidad con la que comemos choripanes, todos sabemos un montón, hace años que veniámos viendo cine coreano… Y bue, somos así: categoría snob. Este año, el coreanismo. La figu difícil, la casa de la familia Kim (los del sótano, los usurpadores, no los otros…).

Pablo: después juntamos, me estoy por ir al super y a buscar un libro.

Y me mandó un emoji

Yo: oki

Ya me la venía venir! me mandó el útimo emoji y, por supuesto, me quedé hablando sola.

 

Yo: edición especial: coronavirus!!!!!

Yo: exacto, puede haber cruces (haciendo alusión al emoji enviado por él)

Yo: esa es la parte actualizada de las figus, el hipertexto?

Yo: y etc

Yo: anda y lo escribimos, por fi!!!!!!

Yo: búsqueda cruzada, no me salía el término

Yo: lo digital hace posible tantas cosas!!!!!

Yo: jajajaja

Cosas que suceden con los sobrinos… Pero la idea me seguía rondando y realmente me pareció interesante. No es explícito, pero vivimos intercambiando stickers o emojis o memes, cual figuritas. En general, igual que en los viejos tiempos, casi todos son repetidos, pero a veces, aparece un «Stalin» que te descoloca y que darías la vida por tener o, en este caso, mandárselo a alquien y que no lo haya visto nunca. Uno siempre quiere tener la figu/sticker difícil, única.

Hay ciertas situaciones que también se repiten, obviamente con ciertas alteraciones aggiornatas. Teníamos el kioskito, ese que por esas cosas de la vida, justo tenía sobres que traían las mejores. Vaya a saber uno por qué y ahora, cuando nos topamos con un super sticker, preguntamos lo mismo: ¿pero en qué kiosko la conseguiste?, perdón, ¿qué instagrammer lo subió?. Siempre queremos saber la fuente de la alegría, antes, ahora y seguramente mañana.

Ahora hasta se pueden hacer stickers de uno mismo (entre otras cosas)… ¡Lo que es la teccccccccnología!.

Yapa. ¿Qué pensaban? ¿que no se los iba a mostrar?. ¡No te necesitamos Pablo!

 

PD: estaba por publicar y recibo esta noticia: WhatsApp lanza con la OMS los stickers “Together at home”.  Estamos todos, definitivamente, en sintonía.

PD: en breve sale el álbum. Lo prometo, porque es obvio que apenas terminé de escribir, mis dealers me mandaron alrededor de 100 stickers incréibles.