Esta vez, la expansión transmedia es toda mía. Vamos a ir por partes, porque es una historia muy larga que, como toda buena historia, no sé si alguna vez terminará. Espero que no.
No quisiera entrar en detalles sobre lo que significa para mí la cultura oriental. Alguito pueden leer en este post, y aunque después de él, viajé a China y a Japón, tuve un novio japonés, un amigo japonés, y un par de sucesos de ojos achinados, hay ciertos conceptos (no muchos) que han cambiado. Aunque la ignorancia sobre todo ese mundo permanece bastante intacta. Algo creo, culturalmente inevitable. Como dice mi amiga Claudita Schepes: «lo siento Bet, quiero que sepas que no sos japonesa». Y se nota.
Pero transmediemos igual. Hace más o menos un año, Claudio Andaur, sabiendo de mis amores por los ojos rasgados y mi indiferencia por las series, me recomendó una: Midnight Diner ( 深夜 食堂 Shinya shokudō), una serie de televisión japonesa basada en el manga del mismo nombre de Yarō Abe. Es sobre un restaurante que está abierto desde la medianoche hasta el amanecer, regenteado por un chef, conocido solo como «The Master» que escucha silenciosamente la historia de sus clientes y casi en función de ellas, les cocina.
Por supuesto me enamoré perdidamente de «Masta» (el máster), de las callecitas, de las comidas. Así que empezamos a investigar y descubrimos que: se basaba en el manga, como ya señalamos, pero que se habían hecho, además, dos películas y una versión china y otra coreana (Shimyashikdang) de la serie. Ví las dos películas y algunos capítulos de las series no japonesas. Las películas eran como una recopilación de varias temporadas de la serie original, y las series: una era bastante buena y la otra pésima. Nadie puede igualar a «Masta».
El manga fue bastante difícil de conseguir. De hecho, me lo hice traer de Estados Unidos. Y, aunque no entendí nada, eran de una belleza indescriptible: el papel, los colores, las letras… Apenas llegué a Japón, me compré varios ejemplares más: nuevos y usados. Nunca los voy a entender, pero como toda obra de arte, no es necesario leerla, sino disfrutarla. Lo hago cada vez que veo un ejemplar en mi biblioteca.
Cuando llegué a Japón, solo quería ir a algún lugar que se pareciera mínimamente a los escenarios de la serie. Y lo encontré. Y no solo el lugar. Encontré también a «Masta» (¡en mis sueños!, jajaja. Aunque era bastante parecido). En Tokyo hay un callejón que se llama Omoide Yokocho. Allí saqué las fotos que siguen. Un sueño hecho realidad. Pero ahí no termina todo.
Hasta acá, ya encontramos el manga, las películas, las series y sus internacionales versiones, la callecita que se le parece, el Masta soñado… pero ustedes podrían decirme: «esto no es transmedia. A lo sumo, una crossmedia, transposiciones, versiones…». Y tienen toda la razón, pero esto sigue.
Hace unos días, veo un post en facebook de la Médiathèque – Pôle social Quai des Mondes – Mondeville que sube un tráiler que hicieron del manga que ya nombramos. Inmediatamente les respondo con un: «Busquen la serie, ¡es sublime!». Ni lerdos ni perezosos, me responden a su vez con un: «para pasar a la acción, para implementar…» ¡y me mandan la foto de un libro de cocina con las recetas del Masta!.
No les puedo explicar mi emoción y mi angustia. Me encanta cocinar, pero ahora hay que empezar a pedir a amigos que me traigan este otro libro. No podría vivir sin él. Sin embargo, los autores son los mismos que los del manga, así que, aunque estamos en los límites, re límites de la transmedia, podríamos decir que no. Aún no en el sentido estricto del término. Lo logramos, no se preocupen.
En cuanto algunos amigos leyeron mi post, reaccionaron. Pablo Maitía puso: «ah voilá!!! je peux faire certain de ces plats…». Es decir: Pablo se hace cargo de la cocina. Y no es el autor del manga, ni de las pelis, ni habla del Masta, ni es uno de los personajes… Una expansión perfecta. Un plato de comida japonesa preparado por un argentino que se enteró del libro porque una argentina habló con un bibliotecario francés. Transmedia internacional, híbrida y maravillosa.
Resumiendo. La expansión transmedia propiamente dicha sería el plato de comida que va a hacer Pablo Maitía. Porque ya no tiene nada que ver con el manga, la serie o las pelis. Ya no guarda relación con el callejón físico en Tokyo, pero ese plato ya pertenece al UNIVERSO de todos ellos. Es una unidad autónoma (puede existir por sí mismo sin necesidad de que leamos libros y mangas o visualicemos series y películas), pero, definitivamente, nació de ellos. Si no se entendió, en el próximo post te contamos otro experimento de este estilo. La tercera es la vencida.
Pd: recordá que si querés participar de un proyecto transmedia, practicar un trabajo de asociaciones, creación y narrativa, entre otros experimentos… te esperamos en #ElHombreCodificado
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