Las bibliotecas tuvieron su apogeo. De eso no hay duda. Hoy, ya no queda tan claro y hay que salir a “buscar” lectores. Hay que ocuparse de fidelizar, de desarrollar una estrategia “marketinera”, etc. Pensamos siempre que los libros convocaban por sí solos. Pues bien. No es así. La sociedad ha cambiado, los hábitos han cambiado, las herramientas, etc. Así que les propongo ver experiencias o buenas prácticas de lo que la gente hace para convocar lectores fuera de la biblioteca. Con o sin tic, 6 bibliotecarios (o infinitos) en busca de un (o infinitos) lector.

Trataremos de ir organizando según ejes. A veces éstos se entrecruzan. Así que daremos los ejemplos en uno u otro eje pero tratando de formar grupos. Por ejemplo, una aplicación podría ser incluida en estrategias con inclusión de nuevas tecnologías, pero también podría ser parte del grupo en el que explicaremos “alianzas”. Así que disculpen el “desorden” pero allí vamos:

Propuestas que implican alianzas, espacios públicos, medios de transporte y etc.:
Subway Reads es un proyecto para estimular la lectura en New York. Todo aquel que utilice el subte podrá acceder a una cierta cantidad de ebooks o partes de ebooks nuevos (el primero te lo regalo, el segundo te lo vendo…). Esta limitación es para no entrar en litigio con los derechos de autor. Es una muestra gratis.

La ciudad rumana de CluJ Napoca llevó a cabo un proyecto muy creativo para promover la lectura: permitió viajar gratis a los pasajeros que fueran leyendo en el transporte público. Esta iniciativa, además, es muy especial porque no partió del gobierno, sino que un ciudadano la elevó al alcalde, quien finalmente le dijo que sí. Para que la propuesta se convirtiera en realidad, se conjugaron el poder de la iniciativa ciudadana; la voluntad del gobierno local por escuchar a sus habitantes; y el poder de las redes sociales: el poeta rumano Victor Mirón propuso este proyecto al alcalde Emil Boc, quien lo subió a las redes sociales. La respuesta de los ciudadanos en Facebook fue tan positiva, que Boc decidió hacerla realidad.

Otra de las características particulares de esta propuesta es que solo es válida para quienes vayan leyendo en papel. Así, para viajar en el transporte público sin pagar el boleto, hay que mostrar cuando subes que llevas un libro. En cambio, quienes leen desde el celular o un e-book no podrán disfrutar del beneficio. No todo en la vida es digital…

Acá tenemos lo nuestro: se instaló la primera biblioteca virtual de la red en la estación Plaza Italia. Permite descargar más de 200 libros. Es un proyecto impulsado junto al Ministerio de Modernización de la Ciudad. Con tu dispositivo móvil, escaneás un código QR para acceder al catálogo completo de la Biblioteca Integrar del Ministerio de Educación y mediante BA WiFi, disponible en toda la Línea D, descargás el libro que querés.

África lanza Ticket Books en el subte de San Pablo para festejar el Día Nacional del Libro en Brasil (23 de abril), en 2015. La agencia desarrolló una propuesta para la editorial L&PM, junto a ViaQuatro, empresa que administra la línea 4 del subte de San Pablo. Se distribuyeron gratuitamente 1.500 libros. 300 de ellos traían pases para el subte. Cada Ticket Book venía con 6 tickets. Para usar el ticket el viajante/lector tenía que pasar el libro por el molinete. La parte trasera de la cubierta de los libros contaba con un chip, tarjeta RFID (Radio-frequency identification).

A los tunecinos se les anima a leer, convirtiendo taxis en bibliotecas. El taxista Ahmed Mzoughi, de 49 años, ha adoptado un enfoque más cerebral en la decoración de su vehículo. Esparcidos en los asientos y el revestimiento del tablero, hay textos poéticos, novelas gordas, libros de psicología… En una puerta lateral del taxi, se lee: «Atención: este taxi contiene un libro». Es el lema de una iniciativa literaria lanzada en octubre por la plataforma de intercambio de libros en línea YallaRead («Come on, Read» en árabe). En colaboración con E-Taxi, ( estilo Uber). YallaRead ha puesto libros en un número selecto de taxis como el de Mzoughi. Hay libros en árabe, francés e inglés; que van desde la poesía hasta la autoayuda. En cinco taxis hasta ahora. La única regla es que no hay libros religiosos, dice Hadhri, cofundador de la empresa.

Books on Rails, Australia ha decidido ir dejando libros en trenes, tranvías, etc. ¡Están allí para ser tomados, leídos (o coloreados!), compartidos, y por supuesto, gozados!.

Dispensers, expendedoras, telecabinas…
En la Plaza Emilio Mitre, la gente de Maschwitz, inauguró una bibliocabina. Los que quieran pueden directamente pedir la llave en una cerrajería del barrio. Cuenta con más de 200 títulos.

El centro cultural Ciudad Activa de Martínez, en conjunto con radios y portales de noticias de la zona, creó las “bibliotecas solidarias” donde los vecinos pueden llevarse libros y a su vez dejar algunos que tengan en sus casas. El objetivo, además de la promoción de la lectura, «promover e incentivar los vínculos culturales entre los vecinos y los distintos miembros de la comunidad«.

En Parque Chas también, impulsada por Inés Kreplak: “Es maravillosa la colaboración de los vecinos (…). Cuando llueve hay un vecino que la recubre con un nylon. Muchos escritores han venido personalmente a donar sus libros para la biblioteca. Veo padres e hijos venirse en bici, agarrar un libro e ir a la plaza a leerlo. El otro día pasé caminando y encontré a una nena leyéndole un cuento en voz alta a su hermanita, las dos sentadas en el cordón”.

Dice Roberta Pedroncini de Boulogne, San Isidro: “Siempre tuve muchos libros a mi alcance y, durante décadas, fui super celosa de mis libros, no me gustaba prestarlos porque eran (y siguen siendo) un tesoro para mí. A los 50 me planteé si estaba bien “encanutar” y me propuse prestarlos. Y la instaló allí, en la puerta de su casa y está disponible los fines de semana. Su página: Bibliotequita a la Vereda.

En la Facultad de Derecho, en Buenos Aires vemos un expendedor bastante particular. Sólo expende constituciones…

La ciudad de Grenoble junto con Short Edition (creadores del dispositivo), instaló «dispensers de literatura»: el paseante dice cuánto tiempo tiene para leer y le regalan un texto que puede ser leído en ese tiempo. Están instalados en espacios públicos, y otros lugares en los que las personas tienen que esperar, como por ejemplo, en dependencias en donde se hacen trámites.

En Chaco, lo vimos con nuestros propios ojos.

La misión del movimiento Little Free Library es promover la alfabetización y el amor por la lectura mediante la construcción de pequeñas bibliotecas ciudadanas para el intercambio de libros gratis en todo el mundo. Desde 2010, más de 28.000 bibliotecas gratuitas Little Free Library se han instalado en 80 países en todo el mundo, y especialmente en EE.UU. Su red de bibliotecas se reparte desde Islandia a Filipinas.

Propuestas públicas o privadas para llevar libros a lugares a donde los libros no llegan:
Biblioburros en Colombia, Etiopía y Zimbabue, Bibliocamellos (uno, institucional, desarrollado por la red de bibliotecas públicas de Kenia. Otro, particular) desierto de Gobi, Mongolia, Biblioelefantes en Tailandia y Laos, Bibliomotos en Haití…
Y ahora bibliobuses: la Biblioteca de Zaadam cuenta con dos bibliobuses. Desde 2010 uno de ellos (Zaanse biebbus) presenta dos alturas a disposición del público. La sala de arriba se llama “El nido del cuervo”. En realidad, permanecen fuera de las escuelas por un día. Parecido pero no igual, es el bibliobús 1 de la Kopgroep Bibliotheken, en Den Helder, que fue inaugurado en 2013. En el piso de arriba hay una mesa multitáctil y veinticinco iPads.

El siguiente ejemplo es no móvil: son kits que permanecen. No deben ser devueltos como cuando uno pide en préstamo:

Bibliothèques sans frontieres y la empresa Goodeed ofrecen una biblioteca digital portátil: Koombook. Esta “valijita” no sólo lleva libros digitales  si no también, cursos online de Khan Academy, la Wikipedia, videos. A todo se puede acceder incluso sin estar conectado a Internet. Eso sí, se necesita un smartphone, laptop, tablet o computadora.

El 24 de marzo de 2014, la misma organización, Bibliotecas sin Fronteras, presentó en la Biblioteca Pública de Nueva York, Ideas Box, en colaboración con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). «Es un paquete básico pero completo que permite el acceso a la información, la cultura y la educación a las víctimas de estados de excepción humanitarios«. Consiste en un conjunto de maletas transformables que sólo necesita veinte minutos para armarse y empezar a dispensar los servicios de una biblioteca: acceso a los libros, a Internet, a fuentes pedagógicas y multimedia, al cine y al teatro.

Son 6 cajas de cinco colores, correspondiente cada uno a una función diferente, de las que salen mesas, sillas, pantallas de televisión, tabletas, libros… Ideas Box se estructura en seis fundamentos: «servicios estandarizados válidos para cualquier territorio; contenidos adaptados a la cultura y a lengua de cada región; facilidad de transporte y montaje; uso sencillo y rápido de aprender; autonomía energética a la par de robustez, sostenibilidad y tecnología de código abierto; y un precio razonable».

Para conocer un texto, un autor, etc, salimos a recorrer calles y callecitas: los famosos mapas literarios de los que ya hemos hablado .

Agregaremos algunos ejemplos:
Mapaliterari es un mapa literario catalán que se asienta en un Google Maps. Se incluyen fragmentos de obras, audios, imágenes, videos tanto de los escritores hablando, leyendo, recitando o sobre la obra y vida de los mismos, etc. Las rutas literarias que vayamos eligiendo se pueden descargar en el GPS.

A veces el mecanismo es a la inversa: es el libro el que nos hace salir. Leemos lo que veremos: BookCities, por ejemplo, te propone un listado de libros que podrían estimular tus paseos: dime a qué ciudad vas, y te diré quién será tu guía-escritor…

Los parisinos no se quedaron atrás: un mapa interactivo que combina calles parisinas con sus apariciones en los clásicos. Recordar el poema de Guillaume Apollinaire, «Bajo el puente Mirabeau fluye el Sena y nuestro amor,». Lo mismo para la novela de Víctor Hugo cuyo título hace referencia a la catedral de París, Notre Dame. ¿Quién no ha oído hablar de él?

Una editorial francesa, Des lettres lo que hizo fue crear circuitos ¡a través de las cartas de los escritores!. Preciosura

Propuestas interdisciplinarias. ¿Quién dijo que carnicería no rima con libro?:
En 2013, Alvin Irby decidió poner libros infantiles en peluquerías en todo Estados Unidos. Habló con las peluquerías del barrio y se fue expandiendo. Pero no sólo Alvin lo logró: en Martínez, partido de San Isidro, un grupo de comerciantes y vecinos en conjunto con el Centro Cultural Ciudad Activa comentamos que habían puesto bibliocabinas, pero los lugares donde se han ubicado también resultan particularmente interesantes: hay, por ejemplo, una pinturería, una carnicería y verdulería, una bicicletería, un bar-restorán, una peluquería y una farmacia.

Sol Echeverría Freixas, dueña de “Frida, Violeta y yo”, el restorán dijo: “Casi todas las personas que vienen a comer se llevan un libro y luego se acercan con nuevos ejemplares”. Dijeron los dueños de la bicicleteria “El Angel”: “La gente se pone muy contenta cuando ve los libros. Cuando esperan que arreglemos las bicis o vienen a comprar algo y tienen que esperar, toman un libro, lo empiezan a leer y en la mayoría de los casos terminan llevándolos a sus casas”, comenta Ángel, hijo del dueño del local.

Espacios públicos y alianzas
En la ciudad de Napoca, que ya nombramos, para estimular la lectura, cada 23 de abril, quienes la visitan y lleven un libro tienen la posibilidad de entrar gratis al jardín botánico.

Propuesta ciudadana
Croacia es la primera nación del mundo en convertirse en una Zona de Lectura Gratuita, lo que significa que los lectores pueden acceder a 100.000 libros de todo el mundo desde cualquier lugar del país. La biblioteca en línea cuenta con una amplia gama de géneros, en idiomas como croata, inglés, español, alemán, italiano y francés. Para acceder a la biblioteca, que es posible gracias al servicio de libros electrónicos Total Boox, los lectores en ciernes sólo necesitan descargar la aplicación Croacia Read.

El proyecto Free Reading Zones tiene su origen en América, y ha visto un número de espacios públicos -como trenes, hospitales y aeropuertos- convertidos en áreas de lectura gratuita.

Hay que salir de la literatura, para enseñar literatura. Todo vale.