La semana pasada fui a un evento que se llama Artexchange y que organiza Ary Nakamura Kaplan y que se presenta así: «Artexchange es un grupo que realiza encuentros abiertos de artistas para compartir su obra, conocerse y cocrear. Estamos en Argentina y en México y nos juntamos una vez por mes para compartir el arte de cada uno. Fotografía, música, escritura, pintura, danza, cine, escultura, etc.»

Cuando fui, justo Ary volvía de Paraguay donde parece que empezaron también con esta movida, y mostró fotos y videos de algunos de los artistas que allí se habían presentado. De pronto dice: «y entonces, Edu Barreto nos explicó sobre su proyecto. Él le recita poesía a la gente en el oído…». Por supuesto, en ese mismo instante, todo lo que vino después se puso borroso. Lo único que giraba en mi cabeza era la idea de que alguien, así, (casi) de la nada, me recitara poesía en el oído, y fue el principio del fin.

Es así, no puedo con mi genio así que salí a profundizar. Antes de contactarme con Edu, empecé el rastreo en la red de todo lo que podía encontrar sobre el tema. La verdad es que de Edu encontraba poco y posiblemente porque todavía no había descubierto que esta gente rara ya tiene un nombre: los susurradores. ¡Su nombre ya es una caricia! Sentí que recitaban poesía y que ¡eran poesía!. Y que pocas cosas en el mundo podían dar más satisfacción en tan poco tiempo y con tan poca cosa. Me refiero no a la calidad, sino a que uno solo necesita de la voz. Todo lo demás…

Pero, acá viene lo interesante: en general, los susurradores susurran a través de susurradores. Sí, eso. Ahora lo digo sin hacerme la poeta: te recitan textos a través de un objeto que se llama susurrador. Es genial igual, sigue siendo una cosa particular, artística, etc. pero a mí esto me parece un oxímoron. Ya no es la misma intimidad, ya no me están mimando el oído… Será muy hermoso, no me cabe la menor duda. Pero a mí, a mí que me susurren directísimo al oído.

Al día siguiente me fui a buscar a Edu en el facebook. Lo encontré enseguida, le escribí enseguida y me respondió más enseguida aún. No solo que estaba fascinada con lo que hacía sino que quería devenir una soldada de su equipo en ese preciso instante. Y me contó de su proyecto BienCerca, y …

– Hola Eduardo. Ayer me enteré de tu existencia y estoy más que fascinada. ¿Conocés otros susurradores como vos? es decir sin flauta y etc, directo al oído…
BienCerca empezó en el 2016 y la acción es sin ningún artefacto que nos separe.

¡No hay modo de que me quieran convencer de que es lo mismo!.

En cuanto le dije que quería ser sí o sí susurradora, Edu me dijo: «Dale. Vamos hablando. Hay una rutina y algunas pautas«. ¡Ya se la venía venir! Y ahí me puse a soñar con ser susurradora. A querer saber sobre las técnicas que hay que aprender. A reflexionar sobre si hay que avisar antes de acercarse o no, si no estamos en épocas en las que te acercás a alguien a susurrale y que lo más seguro es que te denuncie o grite muertx de miedo… Y con razón. Y hasta que lo logre, sigo investigando.

No voy a poner toda la conversación pero me dijo que sabía que en Uruguay lo hacían, que no conocía quienes lo hacían en Buenos Aires y así seguí preguntando. Por supuesto la gente de Buenos Aires nunca me respondió… (no comments). Pero yo mismita vi fotos y NO hacen lo mismo. Utilizan susurradores. Al menos hasta donde pude averiguar.

Los de Uruguay señalados por Edu son Ana Strauss, Tere Korondi y Pabloski. Enseguida los contacté a todos. Éste último, además, escribió una nota preciosa sobre el tema en la que Edu comenta, entre otras cosas: «Al ser un recitado individual y de manera tan íntima y cercana a nivel físico, la carga emocional y el intercambio que se da entre el poeta y quien recibe esa lectura son muy movilizadores. ‘Acá (en Asunción) las primeras reacciones que tuve fueron de gente que lloró, me abrazó. En Montevideo me pedían permiso para darme un abrazo'».

«En Argentina, el movimiento llegó de la mano de Mirta Colángelo, recordada como ‘la maga de los susurradores’. (…) Esta actividad tuvo inicio en 2007, en la inauguración de una muestra del Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Banca y se extendió en intervenciones poéticas en las calles, escuelas, hospitales, ferias y mercados de la ciudad. Con el tiempo, más personas fueron sumándose a susurrar y se conformó la Banda del Susurro. (…) los susurros llegaron a La Plata, Córdoba, Gran Rosario, Buenos Aires, Tres Arroyos, Partido de Laprida, Gran Santa Rosa, General Conesa, Comodoro Rivadavia, San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Mendoza (…)» cuenta la gente de la Revista Dínamo.

«En Buenos Aires hay grupos que hacen performances en centros culturales como el Ecunhi y el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso de la Nación (…) En Córdoba, la precursora de esta acción poética fue Celeste Agüero (…) en talleres de la Biblioteca Popular Alfonsina Storni. Allí nació el primer grupo del país, ColorSusurro» cuenta La Nación. ¿Alguien sabe qué fue de estos últimos?.

Los que iniciaron esta práctica son franceses y también utilizan el susurrador. Los largos tubos se llaman rossignols, la palabra francesa para ruiseñores. Les presento a les souffleurs. Ellos se decriben así: «Comandos poéticos para desacelerar el mundo»

«Un colectivo creado por Olivier Comte en 2001, el comando poético les souffleurs es conocido en todo el mundo por sus ‘comandos poéticos’, durante los cuales susurran secretos poéticos, filosóficos y literarios a los transeúntes mediante largas barras huecas. (…) Consideran el espacio público como un momento de préstamo para uso personal, no como un lugar exclusivo de uso exclusivo (…) El comando poético aprehende poéticamente un lugar, lo cuestiona, establece el diagnóstico poético y propone experimentos poéticos adaptados».

«Celeste Agüero explicó en qué consiste ser un susurrador: ‘Pintamos un tubo de cartón que se transforma en un mediador por el cual decimos poemas al oído’. Pero la práctica del susurro no se agota en el espacio del taller sino que se realizan intervenciones en las calles, en las cuales cada vez se suman más adolescentes: ‘Lo hacemos en escuelas, bibliotecas, terminales de colectivos, colas de bancos, en todos los lados'».

Lo que sigue resulta muy interesante porque retoma mis reflexiones: «¿Cómo reacciona la gente (…)? Agüero explicó: ‘Es un efecto sorpresa para ellos porque no saben qué les vas a decir. Piensan que somos religiosos o les vamos a pedir plata. Pero después del susurro todos somos otros’. (…) la  profesora aclaró que no todas las personas son amables, (…), aunque en general la gente es agradable cuando es intervenida por la poesía. ‘Los poemas duran entre 13 y 40 segundos en los que parece que el mundo es otra cosa'». Todas las declaraciones de Celeste fueron dadas en Radio Zónica. Pero no me queda muy claro. Habla como si no usara susurrador y sin embargo, lo hace.

Pero por favor, ¡miren el placer de esta chica de la foto!. Quiero ser susurradora, pero quiero ser susurradora sin susurrador. Comenzaría a pensar en qué textos recitaría, cómo organizaría un primer encuentro. Si quiero un evento, si quiero una plaza, si aviso, si no aviso… En todo caso, si alguien me presta su oído, me encantaría empezar a practicar.