La curaduría de contenidos implica buscar contenidos, depurarlos, clasificarlos, resignificarlos y distribuirlos según su interlocutor. ¿Cómo curar contenidos en el ámbito educativo?

Artísticamente hablando, «curar» una colección de cuadros o una selección de escritos significa elegir con criterio entre diferentes obras. Etimológicamente hablando, «curatĭo», «curāre» significa ‘curar en el campo de la medicina’. ¿Qué es, entonces, lo que se «cura» en la era de la información? O, ¿de qué uno debería curarse? En esta era, hay que curarse de la «infoxicación».

mecenatEl escritor estadounidense Alvin Toffler popularizó el concepto de sobrecarga informativa (information overload) en 1970, también conocida como infobesidad (infobesity). Esta se define como la ‘patología de la sobrecarga informacional‘. Dice el tecnólogo estadounidense Nova Spivack: «Es fácil crear información, pero es difícil reducirla». Agrega el sociólogo polaco Zygmunt Bauman: «Ahora sé que el exceso de información es peor que su escasez».

Un curador es, metafóricamente, un nutricionista: hará un estudio de las necesidades (caracterización de un organismo o institución, de un aula, de una asignatura específica), indagará sobre la historia clínica (seleccionará la información pertinente porque no todos pueden comer lo mismo) y entregará una dieta adecuada (con información curada, personalizada). El curador/nutricionista será el encargado de transmitir «buenos hábitos» como el de reconocer si un sitio es fiable o no. Se impone aprender a elegir la información, tal como se elige la alimentación.

Antecedentes informáticos
El ingeniero estadounidense Vannevar Bush, en su texto de 1945 «As We May Think», escribió: «Hay una nueva profesión de pioneros que encuentran placer en el establecimiento de senderos útiles a través de la enorme masa de archivos». En 2003, la curaduría, como parte de la gestión de bases de datos sobre genomas, consistía en seleccionar y limpiar estas bases para crear mapas, un proceso que, hoy, se denomina minería de datos (data mining). En 2008, el empresario estadounidense Steve Rubell utilizó la expresión «curador digital». Pero fue en 2009 cuando el experto en marketing indio Rohit Barghava describe, definitivamente, el nuevo perfil profesional con el nombre de curador de contenidos (content curator).

Perfiles habituales

Aquellos que, en general, desarrollan la actividad de curadores de contenidos son documentalistas, investigadores, periodistas, profesionales de la comunicación y educadores, entre otros. Para ello, es indispensable desarrollar algunas habilidades complementarias.

Las habilidades intrínsecas de un curador implican, entonces:

• conocimiento intelectual actualizado (continuo), que le permite asociar términos, conceptos y búsquedas en asociaciones múltiples valiéndose de su cultura general;
• criterio evaluatorio, ya que no se dedica solo a regurgitar contenidos que va encontrando, sino que los pone bajo la lupa;
• por último, el manejo de idiomas que le permite una búsqueda multilingüe.

Un curador es un traductor, interpreta los deseos y necesidades del otro. Depura. Un curador es un vigía. «En vela» significa ‘no dormir’, y es imprescindible no caer rendido a los primeros resultados de Google. Es importante permanecer despierto —en modo vigilia— para estar actualizado con las herramientas de búsqueda en la web y aprender a utilizarlas.

Curación y educación
El trabajo docente implica, en ciertos estadios, probar, proponer, consultar y debatir sobre la utilidad y propósitos de nuevos métodos. El docente aprende para que el estudiante aprenda. El docente aprende para poder enseñar. Aprender es investigar, educar es enseñar a investigar.

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Mito docente-estudiante
El estudiante es un experto en ciertos campos, pero, en otros, tiene una visión limitada. Existe el mito del nativo digital: sabe navegar por Facebook, sabe jugar, «videogamear», sabe conectarse a YouTube, sabe googlear buscando cuestiones que están de moda o que tienen que ver con sus gustos, pero, en lo que respecta a la productividad pedagógico/educativa necesita una guía docente. El estudiante no tiene un conocimiento acabado. Navega, a veces, sin rumbo y con la necesidad de ciertas consignas que lo ayuden a focalizar su búsqueda.

Los docentes tienen un nuevo rol, o se transforman. El docente deviene un mediador, un guía, un traductor, un «nutricionista». El estudiante tiene la heladera llena, pero no siempre sabe cocinar (o condimentar o innovar en función de un objetivo educativo). El educador/nutricionista no dice qué comer o qué no comer, sino que enseña a comer, señala opciones.

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En ese marco, los estudiantes deben ser capaces de realizar un análisis crítico de la información, por lo que el lugar del docente sigue siendo fundamental. Aúnn cuando cree no saber lo que es la curaduría de contenidos, la lleva a cabo continuamente porque selecciona material, lo reutiliza, resignifica, desarma y rearma. De este modo, el docente remixa contenidos y logra una producción o lectura «curada» (reinterpretada) de un contenido original. El remixador/docente no disminuye el valor del original, lo viraliza, multiplica, visibiliza, expone, interpreta, traduce, entre otras cosas.

El valor de originalidad se basa en la selección, en la curaduría del material original (este sí verdadero), en el «mezclado» que se elige. Por eso, sí termina siendo original. Cada selección particular es la originalidad. Por eso es importante que el docente sea quien cure, quien haga una selección con valor «educativo- pedagógico» añadido. Lo importante en el campo de la educación no es solamente la creación de contenidos, sino su selección y resignificación.

No hay que coleccionar, hay que elegir

El docente actúa como autor-curador para ofrecer un recorte de la información adecuado a su materia y edad, entre otros parámetros. Planifica los modos de apropiación de los conceptos por enseñar o transmitir, selecciona los materiales, elige las herramientas para la distribución y exhibición. Eso significa curar en el ámbito educativo.

Las funciones de un curador
• Identificar las palabras claves (en varios idiomas).
• Buscar, surfear y analizar fuentes de información.
• Escoger los referentes adecuados.
• Filtrar, pulir (sacar el «ruido» en la web).
• Almacenar y categorizar los datos.
• Estructurar la información, es decir, guardarla y modificar el formato si es necesario.
• Alimentar contenidos editoriales, comunicar, distribuir la información para su difusión.

En resumen: el curador de contenidos identifica buenas fuentes de información, separa lo bueno de lo malo (fase de filtro y análisis) con sentido crítico en cuanto a pertinencia, aporta su punto de vista (creación de contexto) y comparte y difunde lo que ha curado. Es decir que un curador, a partir de la información (en crudo), logra diferenciar lo crítico de lo superfluo, hace circular la información, después de darle contexto y enriquecerla. Todas funciones que, hoy, un docente lleva a cabo, diariamente.

Esta nota fue publicada en el sitio de Educ.ar el 9 de octubre de 2015. Quiero agradecer a la institución, la posibilidad que me ha dado de que el artículo haya llegado de primera mano a los docentes y que éstos hayan respondido con tanto entusiasmo. Les sugiero leerlos.