Últimamente, se habla mucho de la democratización de la cultura. De la dispersión del conocimiento en pos de un conocimiento para todos, como respuesta al saber que poseía uno solo y que, además, por la misma razón, poseía el control y el poder total. No hablaremos, en esta ocasión, del trabajo colaborativo, la web social, etc. Simplemente comentaremos que, aún estando de acuerdo o no, este sistema de ampliar la voz de la sabiduría, se ha ido arraigando con fuerza.
Los campos de la cultura y de la educación no han sido la excepción. Y con la ubicuidad y Google (para resumir), todos accedemos a la información con mayor facilidad. Pero repito, a la información, no al conocimiento. Por eso, soy de las que defienden, fervientemente, que los docentes, curadores y otros “mediadores” culturales, tienen más trabajo que antes, pese a los pesimistas, miedosos y malpensantes que consideran el derrumbe sigiloso de todos estos agentes.
Ya he comentado, en otros artículos, lo que pienso del mito del nativo digital (que no existe. El nativo digital, no el mito), del alumno multitasking (que existe, a veces) y cuatro ojos (por las multipantallas y no por los anteojos), de la infobesidad, etc. así que no profundizaré acá. Sólo diré que los espacios culturales están abriendo las puertas y están saliendo a la calle, de diferentes modos, pero lo están haciendo.
Abrir las puertas significa comenzar a producir eventos que fidelicen visitantes que antes no llegaban a estos espacios. El caso que más me ha llamado la atención o, posiblemente, el único que conozco en Buenos Aires, de este calibre, es el evento Bellos Jueves que organiza el Museo de Bellas Artes.
El Ministerio de Cultura de la Nación los presentaba así: “El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) presenta el ciclo ‘Bellos Jueves’, con entrada libre y gratuita. Bajo la curaduría general de Santiago Villanueva y la coordinación musical de DJ Villa Diamante, el último jueves de cada mes, de 20.30 a 23.30, el museo invita a artistas, músicos y poetas, a presentar tanto obras inéditas, como trabajos exhibidos en otros contextos. La idea era fomentar la participación de jóvenes artistas en la programación del MNBA, y repensar las colecciones desde la producción contemporánea. De este modo, la planta baja del museo y la terraza -espacios habitualmente estáticos durante el horario de cierre- eran ocupados (…). El MNBA sostiene la idea de que las obras de su colección no mantienen un monólogo soberano, sino un diálogo permanente”.
Lo interesante es que entraban, cada uno de estos jueves, alrededor de 1500 personas que recorrían a sus anchas el museo. Lo bueno es que si no te gustaba mucho lo que pasaba ese jueves, siempre quedaba la posibilidad de ver la colección permanente del museo o las exposiciones temporarias. Esto que ya comentábamos, en otras ocasiones de que…. una cosa lleva a la otra. Sacar a relucir objetos, obra que, de otra manera, no se conocería.
El segundo evento en el que participé en capital, fue el de Museos Show off que ya describí en otro artículo. En éste, debo decir, aún la salida al exterior se limita a darle la vuelta al perro. Todos pertenecíamos, más o menos, al mismo campo, y el número de asistentes fue pequeño. Pero seguramente ya llegará la maratón.
Esto en cuanto a eventos. Pero la salida al exterior tiene, también, otro sentido: el de la convocatoria a aquellos que antes no “podían” entrar al museo: artistas, estilos u objetos, por ejemplo, los videojuegos y el arte del graffiti, entre otros. La democratización, en este caso, está dada por la entrada de obras que no eran aceptadas en las llamadas “beaux arts”.
A veces los proyectos no nacen desde el espacio cultural, sino de artistas u otras instituciones, pero tienen el mismo objetivo y seguramente, pronto, lo implementarán juntos. O Eso espero.
Caminando por allí, siempre encontramos las famosas pintadas, graffitiso como quieran llamarlas. Algunas mejores que otras, no cabe duda. Pero todas con un mismo objetivo: expresar lo que se siente, lo que se piensa, lo que se quiere plasmar y que quede tatuado en la piel de las paredes. Es posible que haya gente que piensa que esto ensucia, corrompe, invade la vía pública. Y en ocasiones, tienen razón porque el graffiti se lo hicieron en su propia puerta. Pero en lo que a mi concierne, tengan razón o no, es evidente que es la expresión de alguien. Elemento suficiente para ser parte de la cultura de un pueblo.
El Google Institute lanzó el “Street Art Project”, “una colección de imágenes y exhibiciones de arte urbano, curadas por 30 expertos de 15 países del mundo. El peso de América Latina dentro de esta colección es muy importante: 1175 de las 5000 imágenes incluidas corresponden a arte urbano de nuestra región, con obras provenientes de las calles de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México. Además, se realizarán eventos de presentación en París y Buenos Aires, nuevamente reafirmando la contribución de América Latina a este proyecto.
En el 2005, un famoso graffittero, Banksy, se coló en varios museos importantes de New York: El Brooklyn, el Metropolitan de Arte, el de Arte Moderno y el Americano de Historia Natural e intercaló algunas de sus obras.
En el 2009, Benote, otro graffitero francés, hizo lo mismo, en el Guggenheim (museo en el que Banksy no se animó, según sus propias palabras) y declamó (traducción libre) «Quiero ilustrar que el graffiti puede ser una influencia positiva en una comunidad cuando se aplica correctamente, y como una forma de arte, tiene tanto derecho a ser exhibido en un museo como cualquier otra forma de arte.». Su objetivo es, indudablemente, democratizar la cultura y abrir la puerta (aunque aún de manera un poco brusca) a nuevas e innovadoras formas de arte. Romper con la idea de que ciertos lugares sean tabú para expresiones “menores”.
Pero ese mismo año, finalmente Banksy lo logró por medios tradicionales: El Bristol’s City Museum & Art Gallery presentó una colaboración entre la institución cultural más importante de la ciudad y uno de los artistas más controvertidos: Banksy Versus Bristol Museum. Banksy trabajó en conjunto con el director del museo. El artista estuvo sólo 36 horas bajo estrictas medidas de seguridad, ya que sólo unas pocas personas del museo sabían qué estaba pasando.
Un graffitero francés, Invader lanzó Flashinvaders, una aplicación (app) para ir por las calles a la caza de sus obras.
Street art : Invader lance une application pour… por leparisien
Art everywhere US es un proyecto de arte que se lanzó en varias ciudades de Estados Unidos y consiste en poner obras de arte reconocidas en lugares poco comunes en la vía pública, por ejemplo, en colectivos, paneles publicitarios, banquetas, etc. Se inspiraron en lo que había hecho Richard Reed, fundador de Art everywhere en Gran Bretaña . La elección de las obras fue curada por varios museos y por votación pública. Participaron: The Los Angeles County Museum of Art (LACMA), the Art Institute of Chicago, the National Gallery of Art, the Whitney Museum of American Art and the Dallas Museum of Art. Algunos de los artistas elegidos: Edward Hopper, Roy Lichtenstein, Andy Warhol, entre otros. Asimismo, confeccionaron un mapa interactivo para poder ir descubriendo los lugares.
Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. O viceversa. Los museos decidieron abrir sus puertas y por sobre todo, sus cabezas. La tecnología y la nueva concepción de un trabajo en conjunto ha permitido aceptar y defender escuelas pictóricas que, en otra épocas, hubieran sido inconcebibles. Entendiendo este nuevo modo, saliendo del ghetto de la cultura de élite, se llega a la democratización de la cultura. Todos podemos acceder, todos podemos opinar y por sobre todas las cosas, todos podemos resignificar. Una ubicuidad física y mental que, tarde o temprano, también deberá ser curada (en términos de curaduría). Pero por ahora… corren tiempos de ensayo.
¡A jugar!
Nace la 1ª APP para gestionar los permisos de arte urbano
Llevan a la calle obras que pasan desapercibidas en los museos
Google doubles its online database of street art with 5,000 new pieces
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