La primera vez que escuché a alguien calificado (bibliotecario) hablar de redes sociales en un ámbito bibliotecario, fue en 2011. Ese año, obtuve una beca para trabajar, por unos meses, en la Bibliothèque Publique d’Information (BPI). Como parte de mi trabajo, entrevisté a personajes importantes de otras bibliotecas francesas. Fue así como conocí a Françoise Juhel, Jefa del servicio de Ediciones multimedia de la BNF. La primera sorpresa fue encontrarme con una mujer especialista en nuevas tecnologías, mayor de 25 años.
Yo estaba con muy pocas ganas de volver a oír sobre viejas usanzas, libros y documentos anti-multimediáticos así que cuando empecé a escuchar y VER lo que nos iba mostrando, la sorpresa fue enorme: bella y muy placentera. La nota completa sobre todo lo que Juhel me contó, la pueden ver acá.
Madame Juhel respondió a la siguiente pregunta, ¿Cuál es su opinión sobre los “viejos” bibliotecarios que se niegan a dar un paso adelante y que piensan, una vez más, que van a perder su trabajo? de manera categórica, con un simple: “… s’impose”. Traducción más que evidente: se impone. Es así, señores. Les guste o no, la nueva era se impone. O nos sumamos, nos preparamos, aprendemos, nos actualizamos, dejamos de resistirnos. O nos quedamos afuera… Y quedarse adentro, entre otras posibilidades, es hacer uso de las redes sociales.
Las bibliotecas tienen que empezar a escuchar y, asimismo, compartir, abrir, difundir. Las redes sirven para informarse y para informar. Es necesario posicionarse y dar visibilidad no solo a los bibliotecarios como entes individuales, sino también a las instituciones que guardan la memoria con la que los bibliotecarios trabajan. Hay que posicionar a la biblioteca no para hacerla famosa, sino para hacerla más rica, más accesible, más indispensable. Hay que democratizar la biblioteca.
Las redes, lo que hacen es agilizar (uso del tiempo real) y dar a conocer (viralizar) de una manera más fructífera y global su catálogo. El mundo no termina en las paredes del espacio físico. El mundo de la biblioteca se expande vertiginosamente hacia fuera de ella y en relación con los lectores y con otras bibliotecas.
No es necesario utilizar todas las redes. Eso dependerá del público al que se dirija, el tipo de información y materiales que se quieran difundir, etc.
¿Qué se puede publicar en redes?
• Listado de recomendaciones con textos de la biblioteca (link al catálogo)
• Efemérides literarias
• Novedades de la institución (actividades, talleres, cursos, etc.)
• Videos y fotos de material o de experiencias
• Lista de textos más pedidos
• Lista de consultas más usuales o inusuales
Y así, podríamos seguir un rato. Pero lo que quiero señalar es que, para cada una de estas posibilidades, hay una red social más o menos apta según necesidades, target, etc.
Cuando me preguntan si esta biblioteca es mejor que otra (a nivel de recursos educativos, de digitalización, de participación en las redes, etc.) es bastante difícil de responder porque, en realidad, lo único que puedo responder es por aquello que conozco y aquello que conozco, muchas veces, me llega por las redes.
Es posible que haya una biblioteca extraordinaria, que no sólo tiene iniciativas extraordinarias sino que sus actividades lo son, o que guardan incunables o que se especializan en asignaturas desconocidas, pero no están en las redes… pues bien, lo que tengo para decir es que ni me enteré. Una pena. ¿Se entiende? Ojos que no ven, corazón que no siente.
Hay un tema que, en breve, desarrollaremos que es el de Transmedia. Uno de los ejemplos más interesantes es el caso de la serie The Spiral. No entraré en detalles, pero siento que un comentario de su creador Hans Herbots merece destacarse:
“La principal lección que hemos aprendido de este proyecto fue que integramos las redes sociales demasiado tarde en nuestra estrategia de comunicación. Por lo tanto, perdimos muchas oportunidades para comunicar acerca de la historia”.
Hoy, una biblioteca necesita, le guste o no, suene feo o no, una estrategia de marketing. Ya no basta con lo que hay adentro de la biblioteca. Hay que mostrarlo.
Un modo de entablar una estrategia digital es entendiendo que tiene que haber alguien que se ocupe de reflexionar sobre el tema y, ese alguien, tiene que saber. No volvamos al temita de que cualquiera puede hacer cualquier cosa y el que antes escribía a máquina es habilísimo hoy con la computadora. No, no es así. Por eso, para que nos vayamos dando cuenta de que nuevos objetivos se van presentando en las instituciones, nuevos “responsables” deberán ser capacitados o contratados.
¿Y cómo se llama eso que implica tomar las decisiones necesarias, planificar, pensar en la audiencia de hoy y simultáneamente hacer crecer la audiencia hacia el futuro? Se llama fidelizar. Fidelizar ha sido siempre el objetivo de una biblioteca, sino no existirían los carnets, las membrecías, etc. Lo que cambian son los modos, los medios, y los lectores.
El modo en que se categorizan, hoy, las audiencias para fidelizar, es diferente. Antes, un modo de mapear el corpus era, por ejemplo, por edades. Pues bien, hoy, ése continúa siendo un parámetro, pero también puede ser otro como el siguiente: dividir la audiencia según la relación que ésta guarda con sus dispositivos personales o la tecnología en general.
El nuevo usuario/lector
En 1962, Marshall McLuhan decía en The Gutenberg Galaxy (1962): “African audiences cannot accept our passive consumer role in the presence of film” (p. 44). En 1972, junto a Barrington Nevitt, en su libro Take today; the executive as dropout empiezan a delinear lo que sería el concepto de consumidor con características diferentes a las habituales. Esbozando ya la idea de un consumidor – productor a partir del uso de la tecnología.
Pero es en 1980, en The Third Wave (La tercera ola), que el escritor Alvin Toffler utiliza el término de “prosumidor” (ya esbozado, en 1970, en su libro Future Shock), al predecir el rol del productor y el del consumidor como roles que empiezan a desdibujarse y a fusionarse entre sí. En realidad, hasta este momento, el ámbito en el que se describían estos conceptos era puramente de índole comercial, marketinero y no se pensaba aún en espacios culturales.
Más tarde, en Laws of Media: The New Science, McLuhan (1988) vuelve con frases tales como: “The audience, as ground, shapes and controls the work of art” p. 48. Entonces, recapitulemos:
El Lector/Prosumer
• No se conforma
• Es productor (informa)
• Es activo (hashtags)
• Es colaborativo (postea)
• Es exigente
Veamos algunas de las características de los prosumers (según Internet Business Solutions Group (IBSG))
• Grandes habitués de las redes sociales
• Desarrollan un gran trabajo de tipo colaborativo
• Bloguean
• Prefieren las laptops que las computadoras de escritorio. Necesitan estar conectados en el trabajo y con la familia, en cualquier momento, en cualquier lugar: (movilidad, cloud, ubicuidad, etc.). Acceder a todo desde todos lados.
• Se interesan en las aplicaciones multipantallas. Acceder desde un celu, un Ipad, una PC, televisión, etc.
Es obvio, entonces, que las instituciones deben ofrecer actividades y contenidos que respondan a estas características. Por lo que podríamos citar ciertas sugerencias para ellas:
• Facilitar los cruces y las plataformas
• Verificar cuál es el canal que “está de moda” antes de empezar un proyecto. No todo va a funcionar
• Proponer actividades en las redes sociales: facebook, twitter, etc. y utilizarlas no solo como lugares de información sino como convocadoras
• Desarrollar contenidos que puedan verse en varios dispositivos antes, durante y después de las visitas
A partir de todos estos datos, podríamos aclarar que: hay un nuevo lector, con nuevas exigencias y hay nuevos modos, como consecuencia, que tienen que pensarse para fidelizar.
La tecnología da respuestas a este “individuo”. La tecnología nos ofrece plataformas aptas, dispositivos, apps, herramientas capaces de permitir esta producción, facilitarla, compartirla, etc.. La tecnología es la que nos concede espacios “elásticos” e interactivos. Y la institución es quien ofrece estrategias a través de talleres, consignas, etc.
Laura de Bonis Freixes, coordinadora de la convocatoria Internacional a la Innovación Cultural, dice: “el espacio de cultura se ha permutado y ampliado, la tecnología ha desencadenado nuevos métodos de hacer y promover la cultura. Las nuevas tecnologías (…) han suscitado a un cambio de paradigma, a la participación de la ciudadanía para la generación de una inteligencia colectiva muy potente. El público es activo y, aporta soluciones a los problemas. Innova y decide y, crea cultura. Los centros debemos trabajar de esta perspectiva, teniendo muy en cuenta las necesidades del público actual y, su nueva fisiología”.
Hay varios grados de prosumers y de usuarios generadores de contenido (UGC) que tienen que ver con la “intensidad” de la colaboración, el compromiso, etc. Aportan valor al catálogo, agregan algo nuevo, utilizan herramientas digitales avanzadas, dispersan la información más allá del sitio web de la propuesta, etc. Pero es importante saber que eso depende, en primer lugar, del “lugar” (valga la redundancia) que la institución le da para que desarrolle sus actividades.
La biblioteca tiene que pensar previamente si su objetivo es solo fidelizar (abrir un Facebook con novedades) o si quiere además que el visitante sea parte. Todo es cuestión de grados y matices en la profundización de esta relación lector/institución.
La probabilidad de que se cumplan las expectativas de aprendizaje y conocimiento deseados por la institución es mayor si podemos comunicarnos con los lectores con el lenguaje que es fácil para ellos entender (para la generación joven, X, Millennial, etc., este lenguaje podría ser el visual y un formato o plataforma, podría ser el videojuego) o si estructuramos la información de una manera que sea más fácil para para procesar, o si proporcionamos un nivel de comodidad que haga que la gente se sienta más a gusto y receptivo ante lo que la biblioteca propone.
Antes, también salíamos enriquecidos pero ahora es como si todo esa actividad extra que desarrollamos en tanto prosumers nos diera como resultado una experiencia enriquecida del usuario (así se dice). Es una experiencia aumentada no solo por lo que la biblioteca nos ofrece en interactividad sino porque el producto es resultado, también, de una parte productiva nuestra. Nosotros, los lectores, enriquecemos la experiencia. Somos productores y protagonistas. Ellos dan herramientas, yo doy información (gustos, localización, fotos, opiniones, etc.) Lo que obtengo como lector es algo mucho más personalizado, interesante, pertinente… enriquecido.
El “Viaje Digital” del público de los museos: consejos para convertir el Visitador digital en uno real por Elena Ciprietti y Lucia Testa: (hicimos una traducción libre, elegimos algunas de las sugerencias y, por supuesto, agregamos algunos comentarios)
1) Involucrarlo: los medios sociales como reputación y no sólo comunicación
Internet y los medios sociales permiten a los usuarios hablar con la institución y viceversa. La comunicación (…) no permanece como un discurso informativo unilateral. ¿Cuántas veces hemos decidido visitar una biblioteca porque un amigo nos lo sugirió? Incluso antes de la web, el boca a boca afecta mucho en nuestras decisiones y los medios sociales, hoy, amplifican este paradigma.
Desarrollar colaboraciones con los llamados “influenciadores” de la web es crucial. ¿Quiénes son? Son aquellos que tienen una cierta autoridad en influir en las decisiones de aprobación de un servicio. Tienen muchos seguidores (followers) y ellos mismos son asiduos y activos creadores de contenidos.
2) Inspíralos: concéntrense en los contenidos relevantes y contemporáneos
La biblioteca en sí tiene que convertirse en un activo creador de contenido. Un sitio web no puede ser un folleto digital, tanto como una página de Facebook no puede ser un catálogo de títulos. Cada plataforma tiene su propio lenguaje: es fundamental conocer y utilizarlos para maximizar el compromiso.
Hay tantas plataformas diferentes que pueden ayudar a contar historias en forma atractiva… Una foto en Instagram, con su fuerte componente visual, puede funcionar como un “gancho” mucho más que un centenar de comunicados de prensa.
Hasta acá, hablamos, en grandes rasgos, de este nuevo lector que produce y una institución que está atenta y propone cosas en función de esta producción.
Es indispensable reflexionar en varias direcciones. Una de ellas es sobre cómo son los nuevos modos que van naciendo para involucrar a la gente. Reflexionar acerca de las nuevas maneras en las que la gente utiliza para participar. Y por eso, nuevamente, hablaremos de diferenciar las diversas plataformas y redes sociales según los diferentes usuarios (receptores) y objetivos.
En el próximo post, diferenciando redes. Facebook, twitter, (hay dos sobre el tema) Instagram. ¿Cuál nos conviene usar?
[…] De hecho, cierto aspecto “visual” era contemplado en las diferencias que se dimos entre otras (Facebook y Twitter) al momento de elegir y distribuir los mensajes a transmitir, y los objetivos a cumplir. […]
Citar Comentario
Citar Comentario