El viernes pasado, se casó mi primo Ariel con su novio Chris. Y la que suscribe fue, nada más y nada menos, que la testigo. Post personal, podrán decir. Y sí, un poco sí. Sin embargo no es tan así. La realidad es que les quiero contar una anécdota que tiene que ver con esta profesión que, insisto, sigue siendo desconocida.

Como es habitual, los testigos tuvimos que entregar nuestros documentos una semana antes. Yo me fui a México y volví. Hete aquí lo que sucedió en el interín.

Transcribo el diálogo que mantuvieron mi primo y la empleada del registro civil:

-Tiene los documentos de los testigos?

-Sí, por supuesto. Acá está el de mi prima, la señorita Betina Lippenholtz

La empleada empieza a leer los datos del documento y comenta como quien no quiere la cosa:

-Acá dice profesión: documentalista. Y eso ¿qué es?

-bueno, es una profesión, un poco nueva pero …

-pero dónde trabaja?

-en el Ministerio de Educación

-ah bueno, entonces es empleada, ¡empleada como yo!

Y la verdad es que tenía razón. La testigo, al fin y al cabo, es una empleada.

Las cosas por su nombre.