¿Qué es un flipbook? ¿El origen de una cierta convergencia? En español se conoce como folioscopio; sin embargo, pocos lo saben. En general, cuando uno quiere hablar de este objeto, utiliza las manos y hace la mímica del paso de las hojas. Porque un folioscopio es exactamente eso: una especie de librito con el que, cuando se pasan los “folios” con cierta rapidez, pareciera que las figuras se mueven. Se produce una sucesión de imágenes que da la sensación de estar viendo una película en miniatura. Es una ilusión de movimiento creada a partir de ese pasar rápido de páginas.
Existen varias versiones acerca de su fecha de aparición. Se dice que el primer flipbook se vio en septiembre de 1868, patentado por John Barnes Linnet con el nombre de kineógrafo («imagen en movimiento»). Pero se toman en cuenta también sucesos como el de John Paris y su taumatropo en 1825, Joseph Plateau y su phenakistoscopio en 1832, Thomas Edison y su kinetoscopio en 1891, siendo el mutoscopio de Hermann Casler –de 1890–, la kinora de Louis y Auguste Lumière –de 1897– y el filoscopio de Henry Short –de 1898– los más cercanos, ya que habría que señalar que muchos de estos aparatos guardan un mecanismo mecánico que los aleja, en cierta medida, del folioscopio.
Modos de denominarlo, también hay millones. Aunque, en este tema, la cosa se vuelve más interesante porque sí guardan evidente relación con el uso y el modo del flipbook. Especialmente con el acto del pasaje de hojas con el dedo en todos sus idiomas: to flip over o to flip through, feuilleter. Proceso que deriva en el objeto y soporte mismo: folioscopio, cinéma de poche, cinéma avec le pouce, abblätterbuch o daumenkino, taschenkinematographen, thumb book o thumb cinema, pocket cinema. ¿Por qué le habrán puesto caballos?, diría China Zorrilla.
Lo interesante del flipbook es que no necesita de grandes producciones ni materiales. Papel, lápiz y dedo. Práctico, manual. Activo. Acá, el espectador cumple una función: si no mueve su pulgar, no hay película (o libro). Para adelante, para atrás, sin indicaciones, sin prisa o con mucha. Se “hace la película”. Un libro en imágenes, imágenes en un libro y el movimiento. Eso es un folioscopio.
El flipbook ha servido y sirve aún de comodín. Es un objeto que vale por sí mismo, de eso no cabe duda, pero también forma combo con otros formatos para, por ejemplo, campañas publicitarias. En el cine, la Metro Goldwyn Meyer ha utilizado la imagen de grandes estrellas en flipbooks o como parte de la promoción de ciertas películas como: Fargo, Terminator, Matrix, Star Wars o Spider-Man. Las series no se han quedado atrás y el bebé danzarín de la reconocida Ally Mcbeal, se pasea en formato flipbook por internet hace ya un tiempito.
Otras instituciones, con intenciones un poco más duraderas e históricas lo han implementado con una intención, casi diría, de homenaje, de permanencia. El Instituto Lumière, de Lyon, Francia, por ejemplo, publicó una serie de flipbooks que retoman las primeras películas de los hermanos Lumière.
El gran campo que le saca el mayor jugo es el deporte. Evidentemente, poder “mostrar en movimiento” lo que se explica es más que imprescindible en este rubro. Cada movimiento dará o no un efecto a la pelota, tiro o braceada. Es el método más perfecto y visual para la enseñanza de una destreza. Cada movimiento y su descomposición hablan por sí mismos. Existen varios flipbooks con la figura de Bruce Lee y su técnica. También con Michael Jordan, Tigger Woods o el mismísimo Pelé. Y hay también sobre autos y motos. La velocidad de la marca se traslada a nuestras manos en un periquete de hojas, en un chasquear de dedos, hablando literalmente.
Festivales hay poco y nada. En general la categoría flipbook entra dentro del marco de la animación, así que si no es allí.… Pero uno siempre lo puede organizar, ¿no? El primer festival internacional de flipbooks fue organizado en el 2004 por la Akademie Schloss Solitude en Stuttgart. Otro festival internacional se realizó en Linz, Austria, en el 2005. La información es pobre, así que no hay mucho para agregar.
AniFest es un festival de animación que se lleva a cabo en la República Checa. Un evento prestigioso y reconocido en el todo el mundo. Es, además, un festival directamente promovido por el Ministerio de Cultura de dicho país. También se encuentran exposiciones. Acá el ítem es un poco más pulposo porque el folioscopio tiene la doble variante –o triple, cuádruple, quíntuple…–, si se quiere, de ser presentado como libro, como juguete, como antigüedad, como pre-cine, como joyita. Así que para exponer sí que hay tela.
En el 2005, en Dusseldorf, Alemania, se presentó la primera exposición realmente consagrada al flipbook, bajo el ya conocido nombre de Daumenkino.The Flip Book Show, donde se vieron algunos folioscopios históricos y de artista. Para la ocasión, se hizo un DVD que contenía alguno de los más antiguos, como el de Linnett.
Otro campo interesante, y que nos llega al corazón, fue el caso de Ospina-Benetton, que se llama justamente ¡Flipbook!. En realidad es una aplicación interactiva que permite a los usuarios dibujar, compartir y exportar animaciones online, diseñada por Juan Ospina, artista colombiano, ganador del Grand Prize Award en el Festival Media Arts de Japón.
Los folioscopios son un caso de convergencia primitiva y manual. Destaco estos ejemplos que dan muestra de la multiplicidad de posibilidades: el folioscopio humano y éste otro que, además, tiene música.
Y por eso me gustan. Porque en esta vorágine de nuevos formatos, de minipantallas, de mini dvd y otros, queda el flipbook, este objeto que permanece como un tesoro en la historia de la imagen. Una parte que nos mantiene unidos al primitivo cine de los hermanos Lumière o de los primeros fotogramas de Walt Disney en blanco y negro. El puente invisible entre la literatura y el cine. Una nueva tecnología de los viejos tiempos, para implementar en la escuela de los nuevos tiempos.
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