Uno lee mucho, de noche. Las primeras lecturas que hacemos o nos hacen son, de noche. Volver a esa situación primordial celestial, infantil, desprejuiciada, lúdica, es una fantasía que los adultos tenemos (al menos, yo) y que los chicos adoran.
Yo preferiría dormir con Jon Snow, pero bue…
Evidentemente, no es una fantasía solo mía sino, no veríamos películas que toman ese tema con el caso exitoso de la saga: Night at the Museum, o los hoteles que ya han empezado a ofrecer habitaciones con características alusivas, ni tendrían tanto éxito las instituciones que las cumplen.
He intentado millones de veces de convencer a mis amigos con influencias que me organicen una de estas noches mágicas. Aún no lo he logrado. Pero no me doy por vencida. Hasta entonces, solo me contentaré con contar sobre quienes sí han logrado esta genialidad de organizar visitas, pijamadas, «asaltos» y “dormidas” en bibliotecas y museos del mundo.
El artista belga Carsten Höller instaló su obra Elevator Bed (2010, parte de su exposición “Y”), en el centro Botín (diseñado por Renzo Piano), en España: una cama redonda elevada como en una especie de escenario. En este caso preciso, la «habitación» tiene un precio: entre 120 y 490 € (según días, etc), pero los huéspedes pueden recorrer toda la exposición durante toda la noche, y se incluye una entrada también a otra de sus obras: High Psycho Tank (2014), que permite a los participantes flotar sobre el agua con una alta concentración de sales de epsom, darse el baño de la mañana, digamos.
El visitante número 10 millones del Rijksmuseum de Amsterdam, Stefan Kasper, ha logrado algo por lo que yo daría, no mi brazo, pero cerca. Una noche en el museo rodeado de las obras de Rembrandt (pintor número uno en mi lista de favoritos). Debo reconocer que me daría un poco de miedo si no lo tengo a Ben Stiller o a mi novio al lado, pero a falta de ambos… ¡quien me quita lo dormido!
https://www.youtube.com/watch?time_continue=24&v=ayp8BGySqyY
De paso, y de yapa (preciosa ella), cenó una super comida preparada especialmente por Joris Bijdendijk, chef del restaurant RIJKS, con estrella Michelin incluida.
Detrás de una ventana, se esconde una habitación con una cama matrimonial, un baño, una cocina… una habitación de hotel habitual. David LECUILLER y sus dos socios son los responsables de Paris Boutik. Lo que se intentó fue resguardar el aspecto de una biblioteca. Por algo será… En los estantes, que se encuentran en todas las habitaciones, miles de libros que los residentes están invitados a tomar. Dado el barrio y el marco, la experiencia cuesta entre 360 y 430 por noche según cantidad de personas, etc.
Hay intermedios, como los hoteles que tienen una biblioteca ¡más grande que la del Congreso!. Es el caso del Library Hotel que, en su mismísima página, cita a Borges con esta frase: «Siempre imaginé que el paraiso sería algun tipo de biblioteca». O el Book and Bed en varias ciudades de Japón que ofrece un dormitorio barato y austero pero en el que las camas están escondidas detrás de las estanterías con 1.700 libros en japonés e inglés.
Tenemos también, la insuperable biblioteca de casi 6000 libros (que, de hecho, se pueden leer) del Taj Falaknuma Palace Hotel.
No quiero seguir, sin dejar de recordar a las preciosas olvidotecas de las que ya hemos hablado en otro post.
Además de estos pequeños y onerosos emprendimientos, tenemos las bibliotecas populares o no que, con mayor humildad, nos ofrecen algo similar. Porque la idea es rodearse, de noche, de libros y pinturas.
Casi 200 jóvenes y sus padres asistieron al primer Starlight Story Time en la Elma Turner Library de New Zealand. Muchos de los niños, de 3 a 7 años, en su mayoría, se presentaron vestidos de pijama y llegaron con sus propias almohadas. El personal de la biblioteca también se puso pijama. Los niños pudieron, además, participar de una búsqueda del tesoro para ver cuántos monstruos podían encontrar en la biblioteca.
En 2015, una noche de historias se llevó a cabo en la Biblioteca de Papamoa como parte del Tauranga City Libraries 2015 (Tauranga Moana Matariki Festival). En esta ocasión, acá también, incluidos los bibliotecarios, se animaron a venir en pijama y experimentar el placer de escuchar historias contadas por narradores locales (en maorí e inglés).
Proyectos similares y solo algunos en lo que respecta a bibliotecas: Association for Library Service to Children (ALSC), Charles W. Turnbull Regional Library, Civica Biblioteca Guarneriana, Casalecchio delle Culture, Biblioteca de Alovera, Biblioteca La Floresta, Biblioteca de Leganés.
El listado de los museos con su posibilidad de sleepover… lo dejo para la próxima. No sea cosa que se los cuente y no me inviten.
Pero en Argentina, tenemos lo nuestro: en la Biblioteca Popular del Paraná (Entre Ríos), se realizó una pijamada. Mara Muscia, responsable de comunicación de la Biblioteca Popular dijo: “se convoca a los mayores a concurrir con los más chicos, en pijama, y apropiarse del espacio repitiendo el ideal que todos tienen de acercar a los más pequeños al placer de la lectura; el evento es libre y gratuito”. “Queremos divertirnos y quitarle por un momento el tono formal que tiene el edificio, para que los chicos pierdan el miedo a establecer ese vínculo tan importante con el libro (…).
Hay muchos más ejemplos de librerías, museos y bibliotecas. Quedo a vuestra entera disposición. Ya me compré el pijama.
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