Según la Real Academia Española (RAE), procrastinar significa ‘diferir’, ‘aplazar’. El desafío es, entonces, desarrollar en tiempo y forma actividades estimulantes, creativas y tecnológicas que no dejen tiempo para el aburrimiento.
En varias ocasiones, es posible encontrarse en un momento de reposo, de falta de imaginación o motivación para seguir adelante y es allí donde se presenta el fantasma de la procrastinación. Se empieza con un café y se sigue con la maratón de la última serie de moda, lo que hace que un recreo de cinco minutos devenga una pausa de varias horas.
El problema de estas largas pausas podría ser perder el hilo de lo que se estaba haciendo o dilatar la tarea por cumplir. ¿Recuerdan la frase: «no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy»? La procrastinación sería la respuesta moderna y digital, la versión actualizada de un comportamiento que dejaría para mañana y pasado mañana hacer las cosas.
A la procrastinación se la enfrenta con voluntad, persistencia y, lo más importante, con actividades estimulantes que no convoquen a abandonarlas.
Internet, en general, y las redes y multiplicidad de pantallas, en particular, son atractivas para la distracción. «Si no puedes con el enemigo, únete a él» y es por eso que un modo de evitar estos distractores es combinarlos con la tarea programada.
Si aun así, resulta difícil mantener la atención de los estudiantes por un tiempo determinado, siempre hay opciones para experimentar. Es importante entender que las causas de la dilación no son solo las nuevas tecnologías, sino también la falta de motivación, la insistencia en la perfección, la ansiedad, el miedo al fracaso, entre otras.
Si se entiende la procrastinación como el acto de la dilación, de evitar hacer una tarea que debe ser realizada, de hacer las cosas más placenteras en lugar de las menos placenteras, o de realizar tareas menos urgentes en lugar de las más urgentes, entre otras cosas, entonces se puede pensar en ciertas posibilidades para programar las tareas:
• asignar tareas comprometidas y desafiantes que impliquen proyectos posibles y que sean relevantes personalmente;
• asignar tareas que presenten variables (por ejemplo, proponer un mapa que, en realidad, sea un espejo de esta necesidad de multiplicar pantallas y escenarios);
• captar las especialidades de cada uno y estimular la creatividad a partir de los gustos personalizados: actividades multimediales e interdisciplinarias que incluyan, sea cual sea la asignatura, otras derivadas (la música, el diseño, entre otras cosas);
• ser muy claros en los tiempos estipulados de manera tal de dejar poco espacio real a la procrastinación
• y, fundamental, integrar las TIC en todo su esplendor como parte impostergable de la tarea (no se va a Facebook, no se extraña Twitter porque son parte del proceso áulico).
Dispersión, postergación, aplazamiento, todos actos en los que se puede recaer si no se propone amenizar la tarea (educativa, investigativa, creativa, entre otras). El desafío: desarrollar en tiempo y forma actividades motivadoras, disparadoras, personalizadas y tecnológicas que no dejen tiempo para el aburrimiento en ninguna de sus formas. Aprender y enseñar deben ser, sin lugar a dudas, un espacio estimulante.
Esta nota fue publicada en el sitio de Educ.ar el 10 de diciembre de 2015.
[…] una capacidad muy interesante (discusión: ¿el multitasking realmente funciona?). Una cosa es procastinar y otra es trabajar con el […]
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