Es domingo y está nublado. Paris me espera con los brazos abiertos. Yo agregaría: brazos, puertas, espaldas y por qué no, piernas. Allá voy.
Carla Bruni será la primera dama, pero para mí sigue siendo una voz de una dulzura extrema que nos introducirá en este primer domingo parisino. Con una salvedad. Sólo su primer album merece estar en mi post. El segundo ya no me conmueve.
Me levanto tarde, muy tarde porque ayer, finalmente, pude estacionar, acomodar el depto y hablar con Juli durante dos horas por skype. Benditas las nuevas tecnologías!. Tenía una semana entera para relatar: el amor esperando en la puerta del aeropuerto, Úbeda, visitas inesperadas, Chinchón, Cuenca, despedidas, nuevos paisajes… Cómo escribir tanta novedad, emoción, encuentros y desencuentros? Hubiera necesitado horas y mil papeles…
Pues bien. Paris está nublado pero para un pullover liviano. Voy al encuentro de dos amigos que también he recuperado a través de Facebook: Fermín y Juan. Paran cerca del Musée Grévin.
Me salgo un poco del relato y los presento. En realidad a Juan lo he visto pocas veces pero siempre es como si ya nos conociéramos. Hablamos sin parar, nos interrumpimos y disfrutamos de las novedades. Fermín nos escucha y nos deja. Toma nota en su cabeza. Fermín ha trabajado conmigo en uno de esos trabajos que, en algún punto, uno recuerda con cierta cuota de humor porque en ese momento, lo que no nos causaba, para nada, era gracia.
Se acuerdan de la película Slumdog millionaire? Bueno, nosotros nos ocupábamos de hacer las preguntas de un programa semejante. No diré cuál ni con quién (me van a tener que matar antes de que le haga publicidad gratis!), solo diré que sacando las horas que pasábamos con el conductor, el trabajo era una fiesta para dos aparatos como Fermín y yo: navegar, profundizar, curiosar en el océano de la información para buscar la pregunta más insólita y más difícil de responder, en el mundo.
Nos hicimos muy compinches. Salíamos a fumar nuestro cigarrito en cada tanda. Nos mandábamos mensajitos, buscábamos departamento para mí, etc. Nos perdimos. Y nos volvemos a encontrar en la ciudad luz, gracias a las redes sociales.
Los paso a buscar y desistimos de ir a Montmartre. Seguro que hay mucho turista suelto… Como si nosotros fuéramos… y decidimos quedarnos por mi barrio. Ningún turista a la vista. Empezamos a caminar y nos encontramos con una primera brocante, aquella especie de mercado de pulgas que se instala, como les conté en un post anterior, en cualquier esquina. Esta se acomodó en Bonne Nouvelle.
Paseamos, nos ponemos al día. Juan tiene mil proyectos, Fermín y un equipo han publicado un libro sobre patrimonio y otras yerbas. Juan, Fermín y yo tenemos hambre y nos aventuramos al Passage Brady, el minimundo indio que se extiende en un pasaje y que te invita a soñar perfumes, sabores y colores. Comemos cordero y pollo al tandori, naan con queso, arroz basmati, buñuelos varios, masitas indias de damasco, semóla… y coronamos con un té a la menta fresca y un variado de anís y mentitas para cambiar sabores. Estamos felices y pipones. Hablamos, comimos y programamos futuro.
Salimos a caminar y a mostrales mi casita. Todo está tranquilo. Bello, muy french. Ellos seguirán paseando. Yo, me quedo a preparar los útiles para mañana. Se viene la semana de trabajo en el servicio de autoformation.
me encanta lo que leo.. y quiero seguir!!! muchos besos desde aca
Citar Comentario
Citar Comentario