Empezó la cuenta regresiva. Faltan menos de dos semanas para que empiece el viaje parisino. Casi dos meses trabajando en la Biblioteca pública de Información del Centro George Pompidou, ameritan un post. Y nadie mejor que la poupée link para firmar.
Vayamos por partes y expliquemos los detalles. Algunos saben que Carina Maguregui, compañerita de Educ.ar, me apodó hace un tiempo como chica link. Redundante y obvio sería explicar por qué lo hizo, pero si no les queda claro, les recomiendo remitirse a las fuentes.
En todo caso, dadas las circunstancias, el apodo se afrancesó (¡la quiero ver cuando me traslade a la India!). Así que será la señorita poupée la que los guíe por algunos de los sitios, anécdotas, personajes y recuerdos de este bonito París.
Para este viaje entre intelectual, romántico, artístico, poético, sensual, etc. llevo como compañía a Misstic. Este personaje me lo regaló, me lo hizo conocer un amigo: Guy Knafo. Para mi cumpleaños, llegó por correo postal, un librito de esta graffitera, desconocida para mí hasta ese momento, que me deslumbró, me impactó y más que nada, dibujó aquello que tantas veces me hubiera gustado decir.
La cosa es así. Me presenté a una beca (Programme « Profession Culture ») para poder trabajar en el Centro George Pompidou, en espacios que guarden relación con la tarea que desarrollo en RELPE. El organigrama es el siguiente:
– Webmagazine, animation réseaux, médiation numérique (environ 15 jours),
– Autoformation (e-learning et formation à distance) (environ 15 jours),
– Bibliosésame (réponses à distance) (environ 15 jours).
Además, me han ofrecido concertar entrevistas con aquellos referentes que me resulten interesantes. De hecho, pedí hablar con la gente responsable de los dossiers que hacen en el sitio Éduscol (para profesionales de la Educación) y también con los responsables de la Biblioteca Nacional de Francia para el tema de catalogación, autoformación, etc.
Una de las entrevistas más esperadas será con los responsables de E-twinnings Francia (equivalente) al Concurso Aulas hermanas que llevo coordinando, en nombre de RELPE, desde el año 2007.
Esto es lo formal. Lo profesional. Pero por suerte, trabajar en otro espacio, en otro país, implica también interactuar con otra cultura, otro idioma, otros colores y otros sabores. O en todo caso, rememorarlos, recordarlos, retransitarlos.
Quiero volver a comer un buen cous cous porque aunque es una comida africana (norteña, más precisamente) los franceses la señalan como comida tradicional francesa. Ir a la Iglesia St. Paul en la rue de Rivoli, pero entrar por la puerta de atrás. Escuchar misa del 24 de diciembre en Notre Dame de Paris (sí, tuve la suerte de vivir esa experiencia años pasados). Caminar por los lugares secretos de Monmartre, con el desafío de no pasar por la placita de los pintores…Comprar medias raras y bonitas en Tati (equivalente a nuestra antigua y ya desaparecida Casa Tía, y lugar al que no todos se animan a entrar).
Jugar pétanque (bochas) en la playa artificial, deporte-juego muy chic en Paris, lejísimo de la versión argentina en la que juega sólo gente mayor. En la versión parisina, las bochas son brillantes y metálicas.
Participar de la fiesta de los bomberos en los que los muchachos te invitan a bailar con su uniforme (también radicalmente diferente a la versión argentina) que parece más el traje de un astronauta de la Nasa que un profesional apaga incendios.
Y volver a ciertos lugares que no recuerdo su nombre pero que puedo llegar con los ojos cerrados como el bar en el que un perro guía te da el vuelto, el restaurante indio en el que comí el mejor Chapati (pan). Visitar mis universidades queridas en Bobigny y Sorbonne III…
Ir al Museo Rodin y quedarme afuera leyendo en esas reposeras que parecen aerodinámicas, mientras el Pensador me mira de reojo. Ir a comprar pilcha usada a Emaús, y pagar 5 euros la misma pollera que mi hermana pagó 250.
Tomarme un cafecito en el mejor café, del mejor barrio del mundo, en la calle más bonita: L’etoile manquante en la 34, rue vieille du temple, en el Marais donde buenos mozos (por mozos, por buenos y por buenosmozos) te sirven tras la barra y te permiten pasar al baño que es una especie de cápsula del tiempo al mejor estilo Star Wars (rarísimo). O simplemente tomarme un café en cualquier lado mirando para adelante…
O ir a la Librería Gibert Jeune y comprarme todos los libros con circulito amarillo (¡son los que tienen un descuento fabuloso!) y por qué no también hacer un poco la vista gorda y repetir espacios turísticos pero bonitos como la fuente Stravinsky en Beauboug comiéndome un super crêpe…
Y lo más importante: recordar que por un tiempito me llamarán Betiná (aunque insista en que me llamo Betína, con acento en la í). Mirar con mi hermana mayor y especial, como cita ineludible (ni aunque se esté cayendo la Tour Eiffel se cancela) Qui veut gagner le million en la cama y respondiendo a todas las preguntas y, por supuesto, especulando a quién llamaríamos como amigo comodín, en caso de que decidiéramos anotarnos.
El listado sería un poco extenso y recordemos que ¡no estoy de vacaciones, voy a trabajar!. Pero bueno, conocer e interactuar es, definitivamente, parte de cualquier trabajo.
Por supuesto, cualquier sugerencia (profesional o no) será bien recibida. Paris 2.0 posiblemente quede para la próxima.
[…] segunda anécdota es aquella que empecé a esbozar en el artículo anterior sobre los bomberos parisinos. En realidad, esta vez Sandra no me acompañó, pero fue la que pasó […]
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