En Portugal, hay dos espacios muy importantes con custodios particularmente interesantes. En la Biblioteca Joanina de la Universidad de Coimbra, Portugal, son los muerciélagos quienes se encargan de preservar los libros de los insectos conocidos como “bibliófagos”, pequeños depredadores del patrimonio bibliográfico/documental. Estos últimos prefieren, particularmente, los libros antiguos, aquellos confeccionados de modo artesanal que no tienen químicos, modo usado, justamente, en los documentos más antiguos y valiosos. Unos tontitos bárbaro los bibliófagos….

En The Library: A World History, el libro de James Campbell y del fotógrafo Will Pryce, se repasan las bibliotecas del mundo. Y son ellos quienes relatan este suceso de los murciélagos. Y es aquí donde se nombra también al segundo establecimiento: la Biblioteca del Palacio de la Mafra, edificio construido por y para los Reyes de Portugal.

Campbell explica también que estos guardianes tienen sus propios problemitas: «dejan una fina capa de excrementos sobre todo». Así que cada mañana hay que limpiar los pisos a fondo… y los muebles tienen que cubrirse por la noche».

Pero ¿esto está confirmado? ¿Alguien los vió? Pues parece que verlos, no. Pero oírlos, sí. El investigador Jorge Palmeirim pudo medir los sonidos que emiten los murcieguardianes cuando salen a volar por la noche.

Algo que anduve leyendo y que recordé con gran emoción es que, miren cómo son las cosas o tal vez DC Comics ya conocía la historia de Portugal… Barbara Gordon, la hija del comisionado de policía de Ciudad Gótica James Gordon, Batichica… (Batgirl) ¡era una bibliotecaria!, jefa de la Biblioteca Pública de Ciudad Gótica. ¡Señorita, murciélaga y bibliotecaria!

La American Library Association y DC Comics han colaborado en múltiples proyectos para promover la alfabetización. Muchas veces, Batichica se involucra. En 2004, el artista Gene Ha creó un póster y un marcapáginas que representaba a Barbara Gordon caminando en una biblioteca. Su traje de Batgirl aparece en el reflejo de una ventana. El lema:»¡Los bibliotecarios son héroes todos los días!» aparecía en la parte inferior del póster y del marcador.

Definitivamente, los murciélagos de Portugal son superhéroes. Pero no son los únicos. He aquí otros animalitos que también cuidan de la cultura aunque a éstos… ¡solo les falta el sindicato!

«Hace años, desde que Elizabeth Petrovna (Ire) era emperatriz en Rusia, que había gatos en el Hermitage», cuenta María Haltunen, Asistente del Director del Museo y Relaciones Públicas de los famosos felinos (sí, leyeron bien). «Excepto por el período de 900 días del asedio de Leningrado, cuando la gente se estaba muriendo de hambre. (Los gatos también se murieron de hambre)”. Sobrevivieron a la Revolución de Octubre y continuaron su trabajo durante la era soviética. Durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1945, ya no lo lograron.

Después de que la población hambrienta se comió a todos los gatos, la ciudad fue invadida por ratas. Pero tan pronto como terminó el bloqueo, dos coches llenos de gatos fueron enviados a Leningrado (antiguamente San Petersburgo) desde las regiones centrales de Rusia. Fue prioritario “reclutar” a los muchachos para que vuelvan a habitar el museo.

Un laberinto de pasillos, almacenes, áreas de servicio, patios y túneles que conectan el Palacio de Invierno con los cuatro edificios adicionales que conforman el Museo del Hermitage, es el dominio de los gatos y de las señoras encargadas de cuidarlos.

Este espacio, normalmente no suele ser visto por el público en general , excepto en el Día de los Gatos del Hermitage, que se celebra desde 1999. Este día se aprovecha para hacer muchas actividades, por supuesto, relacionadas con los gatos y para concientizar sobre el cuidado de los animales. Este año se organizó el concurso de arte infantil y las obras de los ganadores, sólo diez en total, recibieron el honor de ser exhibidas en la Galería Jordana del Palacio de Invierno. Este año, por primera vez, la competición amplió su geografía, recibiendo entradas de alrededor de 50 lugares de Rusia y países vecinos.

Los visitantes al museo pudieron ver las bodegas del Palacio de Invierno donde viven los gatos y participar en un juego de descubrimiento llamado «Lectura de Ovidio o un viaje con un gato Hermitage».

Como siempre, para el concurso «Mi Hermitage Cat», celebrado en el Gran Patio del Palacio de Invierno, los niños asistidos por adultos, pintaron siluetas de gatos de madera bajo la dirección del artista Dmitry Shagin (director del grupo creativo Mitki).

«Algunos gatos son más sociables que otros», continúa describiendo María. «A Muffla le gusta estar cerca de la gente, así que elige vivir donde se junta la gente que sale para fumarse un cigarrillo».

La tradición de tener gatos en las “cortes” se remonta a 1745, cuando la emperatriz Isabel, hija de Pedro el Grande y fundadora de San Petersburgo, en un intento de librar a su palacio de las ratas, emitió la orden de «encontrar en Kazan… los mejores y más grandes gatos capaces de atrapar ratones, y enviarlos a… la Corte de su Majestad Imperial, junto con alguien para cuidarlos y alimentarlos, y enviarlos en carreta y con suficiente comida de inmediato». Los gatos tenían que ser machos, y «tratados».

Hoy en día, 74 gatos, de ambos sexos se pasean por los espacios subterráneos del museo y tres voluntarios, bajo la jurisdicción de la jefa de seguridad Tatiana Danilova, pasan seis horas al día bajo tierra, atendiendo a sus necesidades. Hay cocinas para preparar su comida («todos tienen preferencias diferentes»), e incluso un pequeño hospital.

«Los gatos están en la cuenta del Hermitage, y ganan dinero a través de donaciones», dice María. «Pro Animale, una organización benéfica de animales, nos da 400 euros al mes para alimentos y medicinas. Royal Canin también los patrocina, y se nos dan bolsas de basura -aunque algunos gatos prefieren usar las instalaciones exteriores. Pero el personal del museo también hace donaciones para su mantenimiento. Son muy populares».

“Encontramos un cementerio de gatos en un patio, gatos tomando el sol junto a enormes bañeras de mármol en otro. Otros felinos regresaban a casa después de un paseo por el Neva Embankment…»

Cada uno tiene un pasaporte con una foto para demostrar que están calificados para llevar a cabo su tarea.

Y los souvenirs… un tema aparte. Me tocó en carne propia. Yo no sabía esta historia de los gatos. Antes de ir al museo, la supe. Cuando llegué al souvenirs shop todo tenía gatos. Con esa increíble inscripción: «I live in the Hermitage». Lo que más me impresionó es que si no hubiera sabido la historia 5 minutos antes, seguramente hubiera pensado -como imagino que piensa el 99% de los visitantes del museo- que hay gatos en llaveros porque el Hermitage cuenta con una grandiosa colección egipcia que, por supuesto, incluye gatos. Y no, ¡es porque estos gatos son como para estampar remeras hasta que se acabe el mundo!

Así que, según lo narrado, los mininos tienen una secretaria de relaciones públicas o prensa, su propio día, médicos, espacios, pasaporte… Y nosotros, los humanos, un patrimonio artístico/cultural resguardado. ¡Larga vida a gatos y murciélagos!