La evolución en lo que se relaciona con los libros ha sido siempre un tema de discusión (en el buen sentido). Evitando la prehistoria que incluye papiros y otras hierbas, llegan la imprenta —con todo lo que ello implica— y su consecuente casi desaparición de los textos artística y minuciosamente elaborados en los monasterios y sus escribas, las bibliotecas privadas y, por cierto, elitistas, hasta la llegada de las bibliotecas públicas y un acceso, valga la redundancia, más accesible.
Hoy, es el momento de lo digital que implica una transformación tan radical y más veloz aún que la de la imprenta misma, lo que hace que las bibliotecas deban volver a repensarse, a transformarse, a adecuarse, a…
Todo cambia: servicios, modos de comunicación, herramientas, interlocutores.
La transformación posiblemente más extraña es aquella que se sucede a partir de la comprensión de varios conceptos establecidos, casi enquistados que tienen que ver con el lugar del poder: en tiempos de información colectiva, de interlocutores enriquecidos, entre otras cosas, las bibliotecas no son más el templo del conocimiento (y los bibliotecarios sus guardianes) sino más bien laboratorios en los que, día a día, bibliotecarios e interlocutores (lectores) van conformando espacios, modos y estilos nuevos según necesidades nuevas.
Ya nadie permanece en modo pasivo: ni los libros, ni los lectores, ni los bibliotecarios. Aún la curaduría, la selección de aquello que se expone, que se referencia o que se sugiere ya no es propio o exclusivo de los bibliotecarios. Un ejemplo es el tipo de convocatorias con las que nos vamos encontrando: Consigna «elige qué quieres que se exponga… qué tema quieres que se debata…». Hablaremos de ellas en detalle en el artículo sobre experiencia enriquecida del usuario y prosumer.
Preciosa frase de Sohail Inayatullah: “From ‘the keeper of the collection’ to ‘the innovator in the gardens’” (de guardián de la colección a innovador de los jardines…).
Entonces llega la pregunta del millón, aquella que también se hacen los docentes, entre otros. ¿Siguen siendo necesarios los bibliotecarios?
Eso es simplista y poco serio. Las bibliotecas cumplen un papel específico en la enseñanza de cómo obtener información fiable de Internet. Por otro lado, y ya en lo que tiene que ver con un tema práctico, es el hecho de que no todo el mundo tiene acceso a internet. No todos tienen conectividad en sus casas o en sus celulares. Así que bibliotecarios y bibliotecas son, ambos aún muy necesarios. Pero vayamos por partes:
Volvamos al primer tema, el de la alfabetización digital que alude al hecho de que, aún teniendo internet, no todos saben buscar y encontrar información en la red. Lo elemental es prestar atención al primer resultado, no verificar si éste es una publicidad, si se han utilizado los términos más adecuados, etc.
Este ejemplo de Ian Clark que salió en The guardian, me parece bastante representativo:
«Take, for example, this piece by Evelyn Gordon in which she claims that Amnesty International had made only one statement about the crisis in the Congo during 2009. What appears to have happened is that she has used the search term congo amnesty international and clicked on the link Congo | Amnesty International, which does indeed produce one result for 2009. However, this refers to the Republic of Congo not the Democratic Republic of Congo, which is what the article itself was referring to (Amnesty actually made more than 20 statements on the DRC during 2009). A simple error has led to inaccurate information being imparted via a supposedly experienced journalist (which was then repeated by another journalist, Melanie Phillips).»
Sintetizo en español: Evelyn Gordon escribe que Amnistía Internacional solo hizo una declaración sobre la crisis del Congo en 2009. Lo que pareciera que sucedió es que su búsqueda fue limitada porque no utiliza los términos adecuados por lo que los resultados no son del todo completos. No solo que Gordon consigue una información errónea sino que periodistas repiten esa «mala» o, al menos, » incompleta» información.
Dime con quién te conectas y te dire quién eres
Las bibliotecas del futuro tiene que ver más con las conexiones (concepto que hemos desarrollado en varias oportunidades pero que si les interesa, en particular, les recomiendo pispear este artículo). Hoy, el concepto, antiguamente conocido como hipertexto, se vuelve infinito. Cada documento (en sus variadísimos formatos) se conecta con otros infinitos documentos. Y los bibliotecarios, aparte de manejar esos variadísimos formatos e infinitos hipertextos (conexión de documentos), se hace cargo del encuentro de todo este material con el lector.
Formatos? libros digitales (o e-books), material on line (por ejemplo, revistas). Imágenes de Instagram, Pins de Pinterest, videos, material de streaming. Otro formato, otra fuente de producción, otra plataforma, otro productor (youtubers, booktubers…), otro resultado.
Algunos han dado en llamar a esta biblioteca el nombre de biblioteca híbrida, un concepto que trabajamos desde 2010 en la maestría de posgrado de Virtual Educa: Realidades híbridas.
Las bibliotecas han sido siempre quienes han guardado y preservado los libros para el lector. Hoy, la construcción de esta idea podría ser: las bibliotecas siguen guardando y preservando la información en variados formatos y plataformas y, además son quienes “conectan” la información con la comunidad de lectores.
Dice Andromeda Yelton, “las bibliotecas se definen hoy por su capacidad para transformar a la gente a través del acceso a la información” (traducción libre).
De capacitadores y estimuladores a la lectura a alfabetizadores digitales
Las bibliotecas vuelven a liderar la alfabetización pero mediada por la tecnología lo que hace que se hable de alfabetización digital con el mismo valor con el que hablábamos de alfabetización al referirnos a la enseñanza de la lectura. Hoy, un analfabeto no es quien no sabe leer sino quien no sabe “leer”, buscar e interpretar la información.
Las bibliotecas, entonces, amplían sus funciones y comienzan a ofrecer servicios de búsqueda especializados que van más allá de las búsquedas simples que uno hace a través de Google u otros motores de búsqueda. Por ello, la existencia de bases de datos especializadas (pagas, en su mayoría) y de servicios de referencia que saben interrogarlas. Son los profesionales de estos centros los que enseñan y guían a los usuarios sobre las mejores prácticas en el uso de herramientas de búsqueda. También se viene el artículo sobre estos temas.
El bibliotecario (o documentalista) deviene un guardián y un curador, aludiendo al problema de la vasta información que se genera segundo a segundo (Big data). El profesional debe enseñar a limitar ese universo. Volveremos sobre los conceptos de obesidad informativa, infoxicación, etc.
De guardián a co-productor… Veremos qué se viene.
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