La danza es en mi vida como el amor. No puedo vivir sin él, no puedo vivir con él. No puedo respirar si no hay danza (y amor) en mi vida. He tenido muchos amores, he flirteado con muchos bailes. Hoy, he podido, gracias a las nuevas tecnologías, recuperar a mi primer amor (en el baile): la profesora a quien, definitivamente, quiero homenajear, Flora Martínez.
A los 8 años, empecé a bailar en el colegio. Teníamos expresión corporal y para mí ese momento era absolutamente sublime. Tanto me gustaba que mi mamá decidió mandarme a la academia de baile del barrio. Una casa muy antigua que hoy, es un garaje de tres pisos. Allí conocí a Flora Martínez. Una mujer que en ese momento debía de tener 60 o 70 años (o tal vez 45), quién sabe… para mí era una señora muy mayor. Llevaba el cabello muy cortito, una camisa blanca y una especie de bombachón a media pantorrilla.
Con ella empecé danza clásica y luego hice danza moderna. Flora, se decía, había bailado para el Bolshoi. Recuerdo que para que nos saliera bien el assemblée -una especie de pirueta en la que uno al saltar debe chocar la parte baja de las piernas- ella nos pellizcaba las pantorrillas y de esta manera, al quedarnos resentidas, no había modo de que no hiciéramos bien el paso.
Aunque la danza es para mí la gran pasión de mi vida, no me dedico a ella. Supongo que, un poco porque mi cuerpo dista y distaba de ser esbelto como el de una bailarina clásica y, otro poco porque siempre consideré que eso no era suficiente. De tanto en tanto, aprendo nuevos ritmos, practico otros, pero Flora, hay una sola. He visitado el flamenco, el árabe. He recorrido el rock, el tango, el tango electrónico, el folklore. He incursionado en el swing y hasta en las danzas celtas. Ni que hablar de mis galas de zapateo americano en el Teatro Coliseo. Nunca hice danza jazz. De nada he recordado tantos detalles como de las clases de Flora.
Pero no nos vayamos por las ramas. Flora tenía un grupo de baile y había creado la coreoformografía. Rara de explicar y sin embargo tantas veces copiada, la coreoformografía hacía uso de la música y de las luces casi tanto como del baile. Flora me invitó a ser parte de KOREIA, el grupo que practicaba esta disciplina, y yo pensé que moriría de la emoción. Nos cosíamos nuestras propias ropas y luchábamos diariamente con alambres y formas (parte de esto que implica la coreoformografía).
Flora incluía en sus obras música electrónica y neones y cosas rarísimas. Era una visionaria, una genia, una creadora, ¡una adelantada!. Pero nunca volví a saber ni de ella, ni de la coreoformografía (no sus copias). Flora vivía en la sombra y así siguió. Era un mundo pequeño y cerrado. Pero mi curiosidad, mi profesión y las redes sociales hicieron que finalmente todo reviviera, la rescatara y la pudiera homenajear de diversas maneras (eso espero).
De tanto en tanto, buscaba en google a Flora, pero nada aparecía y un día sucedió. En Facebook tengo un conocido, Guillermo Bazzola, con el que comparto mi gusto por Titanes en el ring y música diversa. Hace unos días, subió este video:
Esa música formaba parte del espectáculo que dábamos los sábados y domingos en el Teatro Discépolo, entre otras. No podía creer lo que estaba escuchando. No podía creer que Flora, aquella que nos pellizcaba las pantorillas, nos hiciera bailar, 30 años atrás con esa música…
Y entonces arremetí con la búsqueda y encontré a Marisa Quintela. Marisa es investigadora, coreógrafa, bailarina y docente. Se formó con mi Flora Martínez e integró también el grupo de “Coreoformografía”. “La participación en el mismo incluía el trabajo en el atelier de la maestra, donde se confeccionaban los diseños de forma” (vieron que les dije?). Fue invitada al E.D.D.C. (European Dance Development Centre) en Holanda donde permaneció 4 años. En el 2007 estrenó “Efecto Invernadero”, con subsidio de Prodanza. Y etc, porque acá llega lo interesante: “en Septiembre de 2010 estrena Sole.No.ID (3D), novedad a nivel mundial que combina artes performáticas y proyecciones 3D, con una nueva técnica de descomposición del color”.
Pido permiso a Marisa para usar su foto y robarle otra definición de «Coreoformografía: fusiona la plástica y la danza en una evocación onírica y poética de la naturaleza”.
Vayamos a lo importante. ¿Qué suman realmente las nuevas tecnologías a esta historia visceral?. Vayamos de menor a mayor. Las Tic me han permitido tener un amigo en Facebook con el que comparto la música. Gracias a él he recuperado canciones que permanecían guardadas en la memoria pero que hoy, sin necesidad de recurrir a un tocadiscos, puedo reencontrar con un click en youtube.
Pero esto sería lo de menos. A partir de allí, encuentro a Marisa y sigue generándose la bola de nieve. Las nuevas tecnologías aportan lo suyo a Marisa. De esto ella podrá hablar en su propio blog y decir si está de acuerdo o no, pero el nuevo espectáculo e imágenes que encuentro, lo demuestran.
Pero a mí, definitivamente, me recomponen la memoria. Me re-construyen. Me permiten recuperar una parte de la historia. Flora vuelve a estar en imágenes, en sonidos y en movimiento (literalmente). Tengo youtube, tengo el 3D, tengo algunas noticias recuperadas de los diarios, tengo contactos, tengo mi danza, revivo mi pasión. Y reconstruyo una vida. Mi vida.
El tema en realidad es que las nuevas tecnologías me/nos permiten recuperar la memoria. Las historias que no deben ser olvidadas. Actúan como herramientas que permiten recuperar, no sólo algo que estaba escrito en mi cabeza, sino que permiten una reconstrucción, un nuevo objeto que recupera el pasado (Flora y la coreoformografía), reflexiona sobre el presente (sumando transversalidades como la ecología) y proyecta un futuro (un trabajo en conjunto con Marisa).
¿Qué pasa si implementamos la realidad aumentada (RA) en un proyecto de este tipo con un contenido de este tipo?.
Marisa tridimensionó el concepto. Yo querría que ambas, literalmente, lo aumentáramos. ¿Cómo? Por ejemplo, reconstruyendo el recorrido de Flora, el de la coreoformografía, el de las formas en función de un resguardo de la ecología…. Actualizando y reviviendo conceptos, mostrando procesos en este nuevo espacio: el hoy.En definitiva, la RA como herramienta capaz de recuperar aquello que el tiempo intenta borrar.
De este concepto, ya hablé en otro post que quizás sea interesante revisar. No sé qué viene primero: si el huevo o la gallina. No sé si las nuevas tecnologías son una excusa para hablar de la danza o al revés. Lo que sé es que algo que parecía haber terminado, recién empieza porque a partir de este llamado telefónico y futuro reencuentro con Quintela, la cabeza se pone a “maquinar”, en el buen sentido.
Y llamo a Carina Maguregui y le digo que vaya pensando en un proyecto transmedia y que se pueden hacer miles de cosas y todo porque hay una pasión de por medio, nuevas herramientas (las TIC) y mucho por hacer. Y Carina, bióloga, escritora, creadora, amante de los colores, las formas, las nuevas tecnologías, etc. se entusiasma también. No nos olvidemos que ambas somos fans de esta nueva escuela (una manera de decir) que pregona por el arte y las nuevas tecnologías.
Así que a la espera…
Cuento jasídico: «cuando me muera iré al paraíso, y si no me dejan entrar me pondré a bailar, y bailando y cantando, en donde me encuentre será el paraíso»
PD: Gracias a Marisa supe que Flora también bailó con Martha Graham y José Limón; que manejaba un Citroen y que falleció en 2006.
[…] del sistema Bollywood y a toda película que tenga un baile incluido (tema que ya expliqué en otro post y que me es muy cercano). Esto nos llevó a compartir comentarios de todo tipo, incluyendo lo […]
Citar Comentario
Citar Comentario
[…] del sistema Bollywood y a toda película que tenga un baile incluido (tema que ya expliqué en otro post y que me es muy cercano). Esto nos llevó a compartir comentarios de todo tipo, incluyendo lo […]
Citar Comentario
Citar Comentario
[…] del sistema Bollywood y a toda película que tenga un baile incluido (tema que ya expliqué en otro post y que me es muy cercano). Esto nos llevó a compartir comentarios de todo tipo, incluyendo lo […]
Citar Comentario
Citar Comentario