El servicio de autoformación (que sería de autocapacitación) es un servicio que se encuentra en la biblioteca y que vale la pena destacar. Les cuento por qué.
Habitualmente, en las bibliotecas no se toman cursos. Uno va, pide lo que busca y ya está. En la Bpi han decidido que una de las cosas que uno podría buscar es que lo ayuden a aprender. Pero como los bibliotecarios no son profesores, lo que hacen es ayudar a encontrar un curso con el que uno, por sí mismo, se sienta cómodo (más tradicional, más visual, más lúdico, menos rígido, etc).
Entonces, en el primer piso, nos encontramos con el espacio de Autoformación, dedicado, justamente al autoaprendizaje. Uno dispone de todos los documentos, aplicaciones, software, videos, audios, etc. necesarios para revisiones escolares, preparar su concursos, aprender y ejercitarse en el código de la ruta, aprender una lengua extranjera, mejorar sus competencias informáticas…
La misma interfaz que tienen los bibliotecarios en sus computadoras, la tiene cada usuario en un lugar que le otorgan; así que uno mismo puede ver qué y con cuál o cuáles métodos aprender. Este sistema es casi único en el mundo y la verdad es que es una idea brillante. Deberíamos tenerla en cuenta e implementarla. Paso a los detalles.
El servicio tiene un catálogo importante, como decíamos, de material para autoformarse. En realidad, los bibliotecarios se ponen ellos mismos como conejitos de indias para probar y buscar nuevo material que la biblioteca compra para tal fin. Es decir que hacen lo que se llama una veille en busca de cosas nuevas para la autoformación, una vigilia de materiales posibles.
La mayor cantidad de pedidos es para aprender idiomas. Un 50% del material es para el estudio del francés, un 25% para el inglés y después todas los demás: español, japonés, etc. Entonces ellos mismos prueban los métodos para ver si son interesantes y recomiendan hacerlo con una lengua que uno desconozca completamente. Diferente es con la informática, para comprar una aplicación de autoaprendizaje en este tema, mejor saber algo, sino uno no puede evaluar cuán bueno es el método. Todo este tipo de cometarios me dejan reflexionando y pensando en cómo implementaría yo el sistema.
Cómo saber si una aplicación, no siendo profesores como el caso de los bibliotecarios, es buena (pedagógicamente hablando)?, pues bien, probando. Es obvio que yo probé con el idioma chino. Pero algunos criterios eran como esenciales: si el método tiene ejercicios, las respuestas tienen que estar incluidas, etc.
En realidad quería probar también un software que Cécile Denier, la responsable de hacerme la presentación del servicio, me había recomendado muy especialmente porque era un método muy visual. Previo comentario mío de que: me aburro rápido, que los ejercicios de gramática me duermen y etc. Y allí fui, a mi computadora a buscar el método Rosetta Stone para aprender chino. No entendí nada y no sé si sería capaz de poder evaluar a la pobre Rosetta. En todo caso, a la novena vez que me mostraban la foto del caballo, aún sin entender nada de lo que leía (en chino) o de lo que el audio me decía (en chino) supe que caballo se decía pi, perro algo como cau y avión alguna palabra tipo fiyi. Todavía no sé si nan es mujer u hombre pero bueno…
Sigamos con el servicio. Hay varios puntos interesantes. Por ejemplo, es anónimo; así que, aunque uno reserva su sitio cuando llega, nadie pregunta nada. «No somos profesores y tampoco policías, así que a nosotros no nos interesa si vienen ilegales a aprender francés». De manera que el público que asiste a autoformarse es más bien variadito.
También se organizan ateliers de idiomas para practicar conversación. Los miércoles es de español. Así que ya me han invitado a que vaya a conversar con ellos uno de estos miércoles. Solo hace falta anotarse 15 minutos antes de que comiencen.
Otro temita interesante es que han incluido en la interface, un espacio personal. Así que uno puede ir guardando los ejercicios que hace en un espacio solo suyo. Una especie de trabajo en la nube, dentro del espacio de autoformación.
Una anécdota divertida. En el catálogo, Cécile, que evidentemente es una apasionada, agregó novedades y los coup de coeur, una especie de «favoritos». Uno ingresa a ese apartado y aparece: acentos tónicos como primer favorito. Yo le decía: Cécile, la verdad es que un favorito tuyo sea los acentos tónicos habla bastante mal de vos… Imáginate diciendo: mis favoritos son los chocolates con almendras y los acentos tónicos!. Pero bueh, es un coup de coeur bibliotecario!.
Otra de las conclusiones a las que llegaron es que el éxito que tienen es que no prestan el material. Entonces, la gente vuelve una y otra vez. Buen detalle, no?. En otras bibliotecas regionales han intentado el mismo servicio pero con préstamos incluido y el servicio resultó un fracaso. Es allí y con la ayuda de mediadores. Ese es el secreto.
En el próximo post les cuento cómo me fue a mí. Tengo que hacer service public en la mañana. Es decir que voy a estar atendiendo al público para ver qué quieren aprender. Ya me veo…
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