Las bibliotecas ya no son esos espacios en los que, únicamente se leen libros. Las bibliotecas han expandido objetivos y, como consecuencia, han adquirido recursos físicos y humanos que atraviesan fronteras.

Autoformación, cursos y seguir aprendiendo
El primer caso que conozco de muy cerca, y que ya lo he descripto en otros posts, es el de la Bpi (Bibliothèque publique d’information) del Centre Georges-Pompidou. El Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou está formado por dos departamentos: el Musée national d’art moderne / Centre de création industrielle (Museo nacional de arte moderno/Centro de creación industrial) y el Département du développement culturel (Departamento de desarrollo cultural), además de varias direcciones. El Centro está asociado a dos organismos: la Biblioteca Pública de Información (BPI) y el Instituto de Investigación y de Coordinación Acústica/Música (Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique, IRCAM).

Habitualmente, en las bibliotecas no se tomaban cursos. En la Bpi notaron que, una de las cosas que uno podría buscar como usuario y no solamente como lector, es que lo ayuden a aprender. Pero como los bibliotecarios no son profesores, lo que hacen es ayudar a encontrar un curso con el que uno, por sí mismo, se sienta cómodo (más tradicional, más visual, más lúdico, menos rígido, etc.).

Les advierto que esta experiencia personal se divide en dos: la primera en 2004 y la segunda en 2011. Muchas cosas deben haber cambiado, evolucionado. Otras, problabemente, desaparecido y nuevas seguramante creadas. Ni que hablar de nuevos programas adquiridos.

Entonces, en el primer piso, nos encontramos con el espacio de Autoformación, dedicado, justamente al autoaprendizaje. Uno dispone de todos los documentos, aplicaciones, software, videos, audios, etc. necesarios para revisiones escolares, preparar concursos, aprender y ejercitarse en el código de la ruta, aprender una lengua extranjera, mejorar sus competencias informáticas…
La misma interfaz que tienen los bibliotecarios en sus computadoras, la tiene cada usuario en un lugar que le otorgan; así que uno mismo puede ver qué y con cuál o cuáles métodos aprender. Este sistema es casi único en el mundo y la verdad es que es una idea brillante. Paso a los detalles.

El servicio tiene un catálogo importante, como decíamos, de material para autoformarse. En realidad, los bibliotecarios se ponen ellos mismos como conejitos de indias para probar y buscar nuevo material que la biblioteca compra para tal fin. Es decir que hacen lo que se llama una veille en busca de cosas nuevas para la autoformación, una vigilia de materiales posibles.

La mayor cantidad de pedidos es para aprender idiomas. Un 50% del material es para el estudio del francés, un 25% para el inglés y después todas los demás: español, japonés, etc. Entonces ellos mismos prueban los métodos para ver si son interesantes y recomiendan hacerlo con una lengua que uno desconozca completamente. Diferente es con la informática, para comprar una aplicación de autoaprendizaje en este tema, mejor saber algo, sino uno no puede evaluar cuán bueno es el método. Todo este tipo de cometarios me dejan reflexionando y pensando en cómo implementaría yo el sistema.

¿Cómo saber si una aplicación, no siendo profesores como el caso de los bibliotecarios, es buena (pedagógicamente hablando)?, pues bien, probando. Es obvio que yo probé con el idioma chino. Pero algunos criterios eran como esenciales: si el método tiene ejercicios, las respuestas tienen que estar incluidas, etc.

En realidad, quería probar también un software que Cécile Denier, la responsable de hacerme la presentación del servicio, me había recomendado muy especialmente porque era un método muy visual. Previo comentario mío de que: “me aburro rápido”, “los ejercicios de gramática me duermen”, etc. Y allí fui, a mi computadora a buscar el método Rosetta Stone para aprender chino. No entendí nada y no sé si sería capaz de poder evaluar a la pobre Rosetta. En todo caso, a la novena vez que me mostraban la foto del caballo, aún sin entender nada de lo que leía (en chino) o de lo que el audio me decía (en chino) supe que caballo se decía pi, perro algo como cau y avión alguna palabra tipo fiyi. Todavía no sé si nan es mujer u hombre pero bueno…

Sigamos con el servicio. Hay varios puntos interesantes. Por ejemplo, es anónimo; así que, aunque uno reserva su sitio cuando llega, nadie pregunta nada. “No somos profesores y tampoco policías, así que a nosotros no nos interesa si vienen ilegales a aprender francés”. De manera que el público que asiste a autoformarse es más bien variadito. También se organizan ateliers de idiomas para practicar conversación. Los miércoles es de español. Solo hace falta anotarse 15 minutos antes de que comiencen.

Otro temita interesante es que han incluido en la interface, un espacio personal. Así que uno puede ir guardando los ejercicios que hace en un espacio solo suyo. Una especie de trabajo en la nube, dentro del espacio de autoformación.

Una anécdota divertida. En el catálogo, Cécile, que evidentemente es una apasionada, agregó novedades y los coup de coeur, una especie de “favoritos”. Uno ingresa a ese apartado y aparece: “acentos tónicos” como primer favorito. Yo le decía: “Cécile, la verdad es que un favorito tuyo sea los acentos tónicos habla bastante mal de vos… Imagináte diciendo: mis favoritos son los chocolates con almendras y los acentos tónicos!”. Pero bue, es un coup de coeur ¡bibliotecario!.

Otra de las conclusiones a las que llegaron es que el éxito que tienen es que no prestan el material. Entonces, la gente vuelve una y otra vez. Buen detalle, ¿no?. En otras bibliotecas regionales han intentado el mismo servicio pero con préstamos incluido y el servicio resultó un fracaso. Es allí y con la ayuda de mediadores. Ese es el secreto. ¡El bibliotecario jamás será vencido!.

 

Un público muy especial
El servicio está abierto todos los días en el horario de la biblioteca. Sin embargo, y esto es, definitivamente, lo que más me impactó, es que la cosa no termina allí. Uno de los temas que más recalco en esta experiencia es el seguimiento que le dan a las cosas en este establecimiento. Es decir, muchas veces hacemos algo: un sitio web, una actividad determinada y una vez que se terminó la euforia, nos olvidamos. Del sitio, de la actividad y de todos aquellos que participaron y que podrían seguir haciéndolo.

En este sentido, la Bpi no solo sigue y mantiene una continuidad sino que no deja de pensar en actividades extra, en capacitación y en todo tipo de recurso que pueda amplificar el objetivo primero. Entonces, decía, todos los días uno puede ir. Pero los jueves a la mañana, por ejemplo, que la Bpi está cerrada, se reciben grupos de gente que se acerca a ciertas asociaciones y ellos los acompañan hasta acá. Asociaciones como: France terre d’asile, que tiene como objetivo, principalmente, conservar y estimular una de las tradiciones más antiguas y francesas, la del asilo, y de garantizar en Francia la aplicación de todos los convenios internacionales pertinentes que incluye a La Maison du jeune refugié, que se ocupa más que nada de los jóvenes menores que llegan con la condición de refugiados. CADA, un hogar que se especializa en acoger a los solicitantes de asilo durante el tiempo de examen de su petición. O la Mie de pain, que tiene como objetivo la asistencia a las personas en peligro: acoger en la urgencia, alimentar y alojar, sin condición y anónimamente a todas persona en situación de estado precario, de marginación o de exclusión … Así como aportarles un acompañamiento social y ayudarlos en una progresión hacia su inserción social y profesional.

Ahora, ¿cuál es realmente el objetivo?. ¿Qué es realmente lo que después es interesante evaluar?. Si la gente vuelve sola. Y la realidad es que lo hacen. Porque una de las cosas que señalé antes es que nadie les pregunta nada ni les exige nada. Y no solo eso. Habrán notado que estas personas o son ilegales, o están esperando sus papeles y llegan realmente en barco como a la vieja usanza. ¿Y saben qué? Algunos ni siquiera pasan por las asociaciones. Me contaban que llegan grupos de afganos literalmente directo del barco. Y yo me imaginaba o trataba de imaginarme en tal situación y pensaba: yo me iría a un café, a una estación de trenes a ver dónde puedo dormir, o quién me puede dar una mano.

Pues bien, acá tenemos el ejemplo de gente que se va directo… ¡a la biblioteca!. ¿Impresionante, no?. Porque la realidad es que la Bpi cumple, ante todo, una función social muy innovadora.

Entonces, les decía que los jueves, se recibe a refugiados, gente que huye de sus países, etc. Y nosotros (o mejor dicho el servicio de auto-formación y yo, en esta oportunidad) les sugerimos el recurso que les puede facilitar la integración. Los acompañantes te cuentan en qué nivel están los que vinieron ese día (porque ese también es un problema, el recambio) y entonces uno intenta guiarlos en ese universo propio, una pequeña internet repleta de información (recursos, métodos, sistemas) que se presenta difícil para saber por dónde empezar. Este tema me pareció importante porque me hizo recordar el ya trillado problema del profe que va a desaparecer. Ya ven que acá, aún sigue siendo importantísimo y eso que no hablamos ni de profes, ni de Internet y sí de AUTO formación. La figura que sigo rescatando es la de MEDIADOR o FACILITADOR, guía, etc.

En general, vienen a aprender la lengua. Pero allí también hay variaciones, porque hay muchos que saben hablar francés pero no saben escribirlo, o tienen problemas de pronunciación, etc. Y otros que, directamente, no entienden absolutamente nada.
He aquí mi primer encuentro con un grupo de los que no entienden nada de nada. Recordemos que no solo no saben la lengua sino que, probablemente, no sepan usar una computadora. Mi grupo, una decena de tibetanos… Sí, muy viajada ella, pero les aseguro que el tibetano no es una lengua que figure en mi CV. Comenzó la tarea. Es decir, en primer término, podía recomendarse un software que permita la alfabetización (las letras del abecedario, los sonidos, etc.) podía ser Alphalire o Coach adultes, e inclusive (luego de más o menos 10 minutos que me llevó entender que lo que querían aprender eran los números…) Language guide. Pero era imprescindible, para seguir adelante, un software que en su plataforma misma contara con la posibilidad de tener las instrucciones en la lengua materna. Y lo logramos. La Bpi cuenta con Apprenez le francais = learn english que cuenta, entre sus idiomas, con ¡tibetano!. Ellos chochos, yo, ¡ni les cuento!.

Pasadas dos semanas, me encuentro nuevamente con “mi” grupo de amigos tibetanos. ¿Y saben qué? el que me pedía aprender los números y que ni siquiera en esto nos entendíamos, me hablaba en francés y resolvía los ejercicios de gramática mejor que yo (eso, en realidad no es muy difícil, me refiero a ser mejor que yo en gramática francesa). Hablo de la aplicación, la voluntad que esta gente pone… ¡es admirable! y dan ganas de seguir. Uno se siente verdaderamente útil.

Podría seguir contando mi encuentro con un ruso que vino a aprender francés y que a mí me hablaba en español, un grupo de argelinos que quería aprender el francés pero con un sistema más “productivo” al estilo Assimil o el grupo de refugiados jóvenes que preferían una aplicación más “visual” como es el caso del sistema Rosetta Stone y etc. Pero me gustaría seguir con el tema de la continuidad. De la concepción de combo socio-educativo que se respira en la Bpi. Que no es otra cosa que una destacable capacidad de compromiso social.

Entonces, hasta ahora teníamos todos los días el servicio a nuestra disposición, los jueves especialmente dedicado a las asociaciones, varios días a talleres de conversación de idiomas y… un nuevo elemento se sumó al combo socio cultural de auto aprendizaje. Emmanuelle Sune me llamó para que la ayudara a preparar la capacitación del miércoles (?). Dicha actividad consiste en invitar a los acompañantes (que vienen los jueves y que son generalmente voluntarios) y darles una capacitación para que avancen en su propio “acompañamiento”, es decir mostrarles nuevas aplicaciones para renovar la propuesta, recordarles cuáles recursos pueden ser más o menos útiles según la gente que acompañan, etc.

Es decir que Emmanuelle se reunió conmigo (pero yo podría no haber estado) para probar, rever, ensayar y buscar nuevos recursos para después hacer este encuentro en el que, además de todo esto, se escuchó a los interesados. Al principio no entendí muy bien por qué había pedido mi ayuda, dado que ella conoce de memoria todos los recursos con los que la Bpi cuenta y yo, gracias que me acuerdo de 3. Esto me gustaría señalar. Todo los programas que he ido nombrando y que fui utlizando, no los conocía. Yo también tuve que hacer un trabajo de auto-formación express para poder sugerir. El bibliotecario también necesita seguir capacitándose.

Pero ahí comprendí el nuevo apodo que el servicio bibliosésame (otro en los que trabajé) me puso. “Betiná (no se olviden del acento en la A), vos sos nuestra Candide (de Voltaire)”. Lo primero que atiné a hacer fue preguntar: “¿eso es malo o bueno?”. “¡Es bueno!, es nuestra manera de decir que sos nuestra especie de curiosa naive y optimista que nos permite reflexionar sobre varias cosas en las que curioseás”. Otro detalle a subrayar. La curiosidad, la eterna búsqueda del conocimiento, son características indispensables para quién pretende ser bibliotecario o documentalista. Para sugerir, guiar, enseñar, señalar es obligatorio no quedarse en la zona de confort.

La Bpi, Emmanuelle y Alice Vallart (que es quien justamente organiza la llegada de las asociaciones los jueves), especialmente, prestan mucha atención a los pedidos. “Podríamos incluir al menos un jueves de cada mes, una hora de conversación”, “podríamos organizar alguna actividad organizada en conjunto con el servicio de la música”… Y Emmanuelle o Alice toman apuntes y suman. Y el combo sigue girando. Ellas no pierden el entusiasmo y lo transmiten de una manera muy especial. Al menos yo, estaba emocionadísima. Y les estoy profundamente agradecida.

Pero ésta fue solo mi experiencia. La semana que viene llega todo lo que otras bibliotecas hacen con un objetivo y compromiso fuera del que habitualmente tienen y que, lamentablemente no he conocido de cerca. No pierdo las esperanzas.