Del 17 al 21 de junio se llevó a cabo, una vez más, el evento Virtual Educa que, en esta ocasión, tuvo lugar en la Ciudad de Medellín (Colombia) y, una vez más, tuvimos el honor de ser invitados a participar.
En esta ocasión, en realidad, participé como tallerista y también como expositora. Dos temas diferentes, dos circunstancias diferentes, dos públicos diferentes, etc. Así que intentaré ser breve y rescatar los detalles o anécdotas más importantes. Como expositora, participé de un panel para hablar sobre la Inclusión de las Tic en la enseñanza de las lenguas originarias. No me explayaré sobre este tema porque no quiero mezclar los tantos, pero les prometo el próximo post sobre esto.
Como tallerista, hubo una hecho particular por lo que los talleres fueron difíciles de llevar a cabo y bastante menos productivos que en otras ocasiones. Por lo que tengo entendido, se esperaban 6000 personas y llegaron 24000 gracias a un asueto concedido por la Secretaría de Educación de Medellín. No vimos ningún anuncio oficial pero, en todo caso, vimos o mejor dicho «sobrevivimos» la existencia de esas 24000 personas. Debían participar 30 inscriptos a cada taller y llegaban de a 100. Tratar de generar códigos QR, jugar un poco con Estarteco, fue imposible. Computadoras no había y tampoco ventanas. Así que, aunque siempre es agradable debatir sobre lo que uno está investigando, fue difícil y caluroso. Así que iré directo a lo más interesante:
En cada encuentro o entrevista, me preguntan casi siempre lo mismo: si conozco experiencias de realidad aumentada que se hayan hecho en mi país o en Latinoamérica, específicamente en el área de la Educación y en español. Y, lamentablemente, nunca se me viene a la cabeza algo que me haya resultado verdaderamente interesante. Esto suena ridículo y hasta diría soberbio en términos reales. Pero les explicaré por qué no lo es.
Si ya han cursado conmigo o han participado o descargado alguna de mis exposiciones referentes a la realidad aumentada, sabrán que mi concepto de «bueno» o «malo» en lo que se refiere a la realidad aumentada tiene que ver, en un 100%, con que las aplicaciones que señalo cumplan una función real en el área del contenido. Es decir, hay varios ejemplos de realidad aumentada que TECNOLÓGICAMENTE cumplen con todas las características específicas de esta tecnología pero que no terminan de ser «útil», de ser significativas, de aportar algo nuevo a nivel de contenidos.
Vale la pena señalar que hablamos de ciertos escenarios en los que el contenido es rey. No somos tecnólogos, no somos técnicos, somos contenidistas, comunicadores, docentes, etc. Por lo tanto, la tecnología debe servirnos para algo. No debe imponerse ante la importancia de lo que queremos transmitir (contenido). A nosotros nos interesa, prioritariamente, el fondo (a la vieja usanza) no la forma (con luces, sin luces, estruendos, brillitos….). He visto varios cursos que pululan por allí en los que los ejemplos definitivamente están, a mi modo de ver, mal elegidos. Mucho cuidado con esto. Mostrar un mal ejemplo es como crear un mal hábito: difícil de olvidar.
¿Por qué digo «prioritariamente»? Porque es evidente que una de las ventajas que las nuevas tecnologías nos han traído, es su habilidad para hipnotizar, estimular, atraer al usuario. Y no vamos a negarlo y mucho menos a rechazarlo. Vamos a usar ese poder y esa ventaja, pero sin abusar y sin olvidar lo que en realidad nos compete. Importa cómo lo decimos pero más nos importa qué decimos.
No todo lo que es oro, brilla. Todo lo que tiene un QR es un ejemplo de realidad aumentada pero no todos los ejemplos de realidad aumentada son enriquecedores.
Por igual razón, en las actividades que doy para hacer en el posgrado, insisto en esto de los ejemplos “correctos” e “incorrectos”. Ya dí en este blog, varios ejemplos para que se entienda bien lo que trato de explicar, pero daré otro aquí mismito para que no tengan que cambiar de página
En este video vemos una galería de arte que desarrolla una aplicación que evidentemente funciona bárbaro. Perfecta, linda, Pero ¿para qué sirve?. ¿Aporta algo? ¿Me da información con la que yo no contaría de otro modo? ¿Me «aumenta» la data ya conocida que yo tengo sobre esos cuadros a través de la tecnología? No, no y no.
Y aquí llega la ganancia de este Virtual Educa. Una de las personas que estaba presenciando mi taller, se me acercó y me dijo: «profesora, podría ver nuestro caso?». Sacó su pendrive y lo puso en mi compu sin darme tiempo ni a respirar. Por suerte, el proyecto era un trabajo que me resultó prometedor y que, de ahora en más, seguiré usándolo como ejemplo del buen uso de la realidad aumentada en un proyecto educativo, siempre y cuando lleven adelante aquello que me prometieron.
Les presento Decodificando mi flora. En el blog que han creado podrán entrar en detalles en su modo de funcionamiento. Yo sólo les adelanto que es un proyecto que se llevó a cabo en una escuela y por ende es un ejemplo completamente replicable en cualquier otro curso. El objetivo fue «dar a conocer la flora regional a los visitantes de la Ronda del Sinú, centro turístico de la ciudad de Montería, a través del acceso de su información desde aparatos móviles tipo celular y tablets, con base a la lectura digital de códigos QR».
Sin embargo, aún falta mucho por hacer porque el blog no refleja en absoluto aquello que acabo de decir y lo que también Arnulfo me transmitió: los videos no aportan ese conocimiento extra o «contextual» que aumenta la información con la que ya cuento o con la que ya podría contar poniendo un cartelito como se hace habitualmente al lado de la planta o árbol. Pero yo sé que lo harán porque fueron ellos mismos los que me lo anunciaron. Me contaron que los códigos QR «dispararían» videos sobre las producciones propias de cada especie. Por ejemplo, la obtención del látex que se puede obtener del árbol del pan. Ver cómo se hace, etc. y no que me lo cuenten o un discurso infinito con data fácilmente copiada de wikipedia. Quiero aportes, quiero contenido y sé que la gente de Decodificando mi flora me lo va a dar porque ha entendido perfectamente mi concepto y lo comparte.
Hagamos de la realidad aumentada una tecnología que nos sirva para transmitir algo más que espejitos de colores. No nos quedemos con una realidad descontextualizada. Queremos, definitivamente, una realidad aumentada, no duplicada y mucho menos inflada.
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