Ayer, encontré una nota muy interesante sobre los sonidos que me trajo el recuerdo de una nota que yo misma había escrito en 2009. Por tal motivo, me pareción interesante revivirla y agregar, por supuesto, la nueva.

Las voces, los sonidos, los ecos son miembros de una misma familia. Todos ellos remiten a una definición concreta; sin embargo, simbólicamente, el espectro es casi infinito. Buscando en el Diccionario de la Real Academia Española encontramos estos matices, en frases, neologismos, locuciones, etc. Y gracias a ello podremos definir y trabajar desde varios puntos de vista: asociar eco con memoria, voz con opinión, sonido con recuerdo, etcétera.

Intentaremos saltear las definiciones teóricas del estilo: “sonido: (del lat. sonĭtus, por analogía prosódica con ruido, chirrido, rugido, etc.). 1. m. Sensación producida en el órgano del oído por el movimiento vibratorio de los cuerpos, transmitido por un medio elástico, como el aire”, para pasar a aquellas con las que podamos jugar, crear, soñar y aprender.

El sonido es mucho más. Es una huella, un instante sonoro. Es el opuesto al vacío, al silencio. Es un llamado, un ruido. Una señal.

La voz de una persona es más que el sonido que emite su boca. Es su “voto”, su pensar, su opinión, su inquietud hecha frecuencia. Hablando semánticamente, la voz también es “consuelo”. Decimos, de hecho, la voz “de la conciencia”. Pedimos a voces, ¡a gritos! La voz determina un poder, una superioridad: “lleva la voz cantante, de mando”. La voz es un sujeto. Sujetos que se intercambian, que toman turnos: tomo la voz de, pido voz. Podríamos decir, como conclusión, que la voz es el sonido que se personifica, que se metamorfosea en un “alguien” que se apropia de ese universo de sonidos.

El eco es la repetición de todo ello. Un aspecto que conlleva un antecedente, un algo que emerge de otra cosa. Necesita un antes para existir. Pero ese después que se conforma, ese eco, esa re-sonancia o re-percusión forma una nueva instancia. Una palabra nueva, un hecho nuevo, un objeto nuevo, una historia nueva. El eco intensifica y reflexiona sobre su antecedente. Lo remarca, lo hace notar, lo difunde, lo esparce. Esto es lo que nos interesa: un sonido, su voz y el eco, la última instancia de esta cadena que democratiza, comparte y distribuye. La propagación.

El trabajo colaborativo de la Web 2.0 que surge del eco de nuestras voces y sonidos
Woices nace de la conjunción de los vocablos World y Voices, lo que en definitiva remite a lo hablado: “voces del mundo”. Esta es una plataforma que podrá, de manera más exacta, ejemplificar este mundo abierto porque implementa todas las nociones y cree, fervientemente y evidentemente, en compartir los ecos y en considerar que los ecos son el racconto de un pueblo. Una primera definición dice: “La ecosfera es donde residen los ecos, que son audios georreferenciados (es decir que se pueden localizar geográficamente en un lugar del planeta)”. De ahora en más, comenzaremos a trabajar con un nuevo concepto: “el audiomapa”.

¿Cómo trabaja Woices el tema del trabajo colaborativo? Una de las maneras es a través de la creación de “rutas”, lo que se define, en este caso como “una serie de ecos relacionados entre sí”. Ya se irá entendiendo, pero voy adelantando algunas ideas. Yo grabo un eco, vos grabás un eco sobre el mismo tema en otro país y la ruta se va creando. A veces esta ruta, este hilo conductor, tiene que ver con la temática y a veces es simplemente el cambio de interlocutor. Otra manera, por supuesto, es que a cada “relato geográfico” se le pueden agregar comentarios, sugerencias, etc.

Por ejemplo, en esta imagen, veremos que un muchacho ha decidido “contarnos geográficamente el conocido viaje de Santiago de Compostela”. Esto es lo que vemos mientras oímos su relato. Su contar está geolocalizado, situado, no se “pierde en el viento” como habitualmente se perdería un eco. La re-percusión permanece.

En nuestro haber hay miles y miles de sonidos, por lo que no necesitamos ir a buscar. Sin embargo, hay sonidos que no nos pertenecen (el ruido que hago con mis dientes es mío, pero el silbido del tren, no) y que podríamos usar, escuchar, compartir, geolocalizar, mapear, etc.

Para ello están los bancos de sonidos

Soungle es una base de sonidos, una ruidosa biblioteca. Se pueden buscar sonidos específicos y la base nos devolverá también sugerencias. De cada sonido que encontramos sabremos algunos detalles, como la frecuencia, la duración, etc. Y, por supuesto, lo podemos descargar de manera gratuita.

Chiu Longina, antropólogo, artista sonoro y creador de espacios acústicos, haciendo referencia a Llorenç Barber (a quien citaremos más adelante) cuando habla de los sonidos como “actos” y los excluye del mundo simbólico, entiende que “El sonido carece de significado; es, por lo tanto, significante. Se autogestiona y autoexplica, no se apoya en acontecimientos exteriores porque no los necesita, y aquí es donde aparece su condición de ‘autosuficiente’. Huye de las trampas del lenguaje y discurre libre y espontáneamente, narra el presente, obvia las perversiones del discurso cultural (…). Quiere circular, correr por el espacio y llenarlo todo, apropiarse de todo. A un sonido no podemos darle la espalda, como hacemos con un cuadro o una escultura cuando no nos gusta (…). Por estas razones, el poder del sonido como elemento comunicador es realmente grande”.

Recursos, páginas y sitios
El Cnice –del Ministerio de Educación de España– nos propone un proyecto para trabajar la música. No estamos profundizando en esta asignatura (nota sobre la asignatura), así que haremos hincapié en lo que tiene que ver con el sonido. Por ejemplo, encontramos una unidad que se llama: “Parámetros sonoros” y allí podremos ahondar sobre temas tales como: “niveles de ruido, producción y transmisión del sonido, reverberación y eco, sonido, silencio y ruido, timbre”, etc.

Hay un apartado que se denomina Caja de música, en el que encontrarán relatos como este:

“El compositor John Cage cuenta que, en cierta ocasión, entró en una cámara anenoica para hacer experimentos en un ambiente en el que no se produjera ningún sonido. Cage escuchó con toda atención y llegó a la conclusión de que, a pesar de todo, oía dos sonidos, uno grave y otro agudo. Los científicos le informaron de que el sonido grave era su propia sangre circulando y el agudo su sistema nervioso funcionando. Cage llegó a la conclusión de que el silencio no existe.”

Moraleja: el sonido es más que soplar y hacer botellas (o soplar y tocar la flauta). ¡El sonido es nervios y sangre!

Unos jueguitos de yapa
Educar Murcia ha trabajado sobre un proyecto amplio para trabajar la plástica y la música. Si van entrando en los diferentes niveles verán que en las actividades del primer ciclo, por ejemplo, podemos trabajar con los sonidos.

Ahora que jugamos, reflexionamos, aprendimos y experimentamos, volvamos a Woices. En este sitio pueden ver todos los tutoriales para llevar a cabo actividades educativas. Las posibilidades son infinitas y el trabajo colaborativo se genera de manera inmediata. La función del docente es la de actuar como disparador, con temas que amenicen la materia y que entusiasme a los chicos. Sin casi darse cuenta, con sonidos, ecos y TIC, es posible que la literatura devenga un “viaje” por las rutas de las voces poéticas. Veamos un ejemplo de disparador con el que podría trabajarse la historia y el concepto de género, o una ruta que se fue relacionando a partir de la mitología.La función del docente es la de actuar como disparador, con temas que amenicen la materia y que entusiasme a los chicos. Sin casi darse cuenta, con sonidos, ecos y TIC, es posible que la literatura devenga un “viaje” por las rutas de las voces poéticas.

Podría hacerse un recorrido, una caminata de ondas expansivas hacia los poetas simbolistas o, como proponen en este sitio, también “(…) la creación de una ruta por las ciudades en las que nacieron los principales poetas de la generación del 27 recitando (…)”.

Posibles disparadores
¿Recuerdan el libro Bahía, de Jorge Amado? Pues bien, ¿se imaginan a Amado relatando geográficamente y situando en un audiomapa cada sitio secreto de Bahía? Retomando a Fernando Aínsa , podríamos hablar de una “geopoética”, en este caso, digital. Una ruta sonora que rastreara el condado de Yonapathawa, Santa María, Comala, Macondo… Viajemos a la botánica y tracemos el ruido de las especies vegetales en el universo…; ¿y si ubicamos a Hansel y Gretel, a Blancanieves, al Gato con Botas? En Cívica podríamos ubicar los diferentes modos y discursos políticos…

Disparadores hay para todas las asignaturas y edades. Solo hace falta proponerlos.
Grabar la memoria de las voces que ya no están y que paradójicamente podrían volverse a escuchar, me parece una buena idea. Que el recuerdo o la memoria revivan a través de Woices: un abuelo que partió de Polonia, un barco atestado y el murmullo del inmigrante.

Varias frases de Llorenç Barber (campanero mundialmente reconocido) que encontramos en Músicas de ágora y de bronce (manual para perderse) me parece que podrían resumir todo el artículo, o al menos, plasmar y ejemplificar la carga que hemos puesto en lo sonoro:

“vivir en el son(ido). meterse, viajar y desaparecer con él. desde adentro, cada cual compone su memoria, sus emociones, su biografía”; “el sonar es el que decide que algo/alguien se abra, que los agujeros y vacíos se rellenen, que de nuevo el viaje – la búsqueda – recomience”; “toda nuestra experiencia es sonido. todo sonido es interpretación, esto es, un intento de acoger lo que el cosmos –lo otro– es o quiere ser. es pues a través de la escucha como encontramos un suelo común”; “sonar es una batalla de existencia. es postular lo fundamental: vivo y no estoy solo (no quiero estarlo, al menos)”; “(…) el sonar es el latir de ciertas almas sin vida del cosmos”; “en un concierto de campanas, la composición queda derrotada por el propio ser del sonar –que es siempre soberano– pero también en aras del goce de la escucha que es siempre una extraña opera(ción), pues si los sonidos nunca son inocentes (…), la escucha es en sí misma un acto que agujerea sentidos y análisis, pues se recrea en su ser recreo singular”;

“Sonar es crear el mundo”
Grabar recuerdos, trazar ecos, sonorizar la historia, las matemáticas y el universo. Pintar, señalar, marcar, geolocalizar, mapear la memoria y el conocimiento
. El sonido pareciera ser la unidad mínima de sentido de todo ello. Gritemos lo que sabemos, démosle voz y voto geográficamente a nuestro mundo para compartir con el otro el suyo.

Termino con Llorenç: “¿de quién es la ciudad?, de quien abre los recovecos de la escucha-en-común”; (…). “la verdadera biografía de una ciudad se detecta en su sonar”.
Esa es la propuesta: apropiarnos, abrir, escuchar, ¡hacer sonar!

Sin embargo, la excusa de reflotar esta nota fue el encuentro de un artículo en el que los sonidos tienen un objetivo diferente. Es el sonido del dolor. Todo otro mundo. Les recomiendo fervientemente su lectura.