El neologismo, de origen inglés, da nombre a una molesta situación que involucra el uso del teléfono celular. Phubbing es una palabra inglesa que nace de la unión de dos palabras: phone (teléfono) y snubbing (rechazar, desairar de manera esnob). A partir de esta interpretación, la definición más utilizada de phubbing es ‘acción de ignorar (desairar) a una o a varias personas que se encuentran presentes por mirar el celular’.
La Real Academia Española todavía no aceptó este término, pero sí aceptó varios de la familia de la tecnología y de las redes sociales tales como dron, tuit y tuitear.
El término fue acuñado en 2012 por la agencia McCann para promover la última edición del diccionario inglés-australiano Macquarie Dictionary. La agencia invitó a un grupo de universitarios para crear este neologismo. Sin embargo, quien hizo famoso el término fue Alex Haigh, un estudiante australiano que, en 2013, abrió el sitio stopphubbing.com para combatir la actitud que la palabra implica. La campaña, en su sitio web, incluye un apartado con fichas para completar, carteles y recursos para los espacios públicos, como restaurantes y bares.
En la Argentina, también nacieron varios proyectos similares: el Macanudo Hostel Bar, un local nocturno en el barrio de Nueva Córdoba, en la ciudad de Córdoba, propone que cada cliente que entra deje su celular en un recipiente sellado. Si alguien lo abre antes de irse, no recibe descuentos o regalos al pedir la cuenta.
Varios bares alrededor del mundo han hecho propuestas parecidas que pueden trasladarse a la mesa familiar: se llega y se deja el celular en el centro de la mesa, el que lo levanta primero, paga la cuenta o, volviendo a la cena familiar, lava los platos.
«Hagamos una torre» es un juego para dejar los celulares cuando nos juntamos con amigos o con familiares. En realidad, el proyecto, que derivó en campaña, nació como una idea de Lucía Martorell para el concurso anual del Consejo Publicitario Argentino de 2014, en el que obtuvo el primer premio. Algunas de los temas tratados en los casos seleccionados ese año fueron: bullying, igualdad de género, convivencia, solidaridad, lucha contra la pobreza, educación, cuidado del ambiente y de especies animales, recuperación de niños perdidos, integración, cuidado de la salud, entre otros.
No es la tecnología, es la actitud
No se trata de hacer la guerra a la tecnología, sino más bien de seguir con la alfabetización digital que implica aprender ciertas reglas en determinadas situaciones sociales. Los cambios culturales que trae la tecnología no necesariamente desvirtúan nuestras relaciones personales. Solo hay que aprender a cuidarlas limitando el tiempo de uso de la herramienta. Si se quiere clavar un clavo, no usaremos una sierra, aun cuando la sierra sea una herramienta muy útil.
Con el uso del teléfono celular es igual: se limita según el momento y el lugar en el que uno se encuentre. Hacer, en definitiva, en estos casos, un uso responsable de las TIC.
En el caso del phubbing y, entendiéndolo como algo que puede darse tanto en la escuela como en una cena familiar, es importante destacar que la alfabetización digital es responsabilidad de todos: educadores, amigos, padres, entre otros. En las casas, esta discusión no es nueva: ¿quién no vivió la famosa escena de discutir si se cena con la televisión encendida o no? En este caso, también, cada familia toma la decisión que cree conveniente. Sociabilizar con familiares y amigos es responsabilidad de cada uno más allá de la inclusión de las nuevas tecnologías en nuestra vida.
En el presente, la alfabetización digital nos desafía a incluir las nuevas costumbres, sin prohibirlas. No hay que asustarse, ni prohibir, hay que aprender, limitar, adecuar, renovar, actualizar, entre otras posibilidades las características de sociabilización dentro y fuera de la escuela.
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