Llego a las 10 de la mañana y un señor con un cartel con mi nombre me espera en la salida. Es el chofer del Centre George Pompidou. Muy amable, pero sin ningún atisbo de galantería y ufanándose (inconscientemente) de lo avanzados que son, deja que yo cargue mi valija y por mi misma la suba al coche. Sacando ese momento que me recuerda que el hombre argentino tiene lo suyo (¿¿¿cómo una dama va a cargar su valija!!??) todo lo demás es pura magia. Aude, mi tutora viene con nosotros. Una dulzura de persona. Muerta de sueño y con ganas de mil mates, directo a la oficina.

Con Boris Vian de fondo empieza mi relato.

Llegamos a la oficina de la BPI y empiezan las presentaciones, los papeles, los seguros… en fin, la parte administrativa. Me dan un puesto y para que vean que en todos los lados se cuecen habas, no funciona. A llamar a «técnica» (incluyendo los gestos que hacemos en Educ.ar que implican: «ur dio y ahora cuándo vendrán?»). Primera cara conocida, llega Michel Tomé, un viejo amigo de mis épocas pasadas. Tal vez eso ayuda e instantáneamente se prende el monitor.

Mi monitor y mi oficina tienen vista a la Fontaine Stravisky, famosa ella, privilegiada yo.

Seguimos trabajando y Aude me entrega un planning que parece confeccionado para una mujer orquesta: una semana en autoformation, dos semanas en bibliosesame, entrevista con la BNF, traslado a Poitiers, coloquio en Montreuil, entrevista con la gente de archivos sonoros, con los de redes sociales y seguiré más adelante cuando vaya dando detalles de cada uno de estos encuentros o eventos. Me entrega mi budget para que pueda circular libremente por el Centro y seguimos.

Me muero de hambre, de sueño y de cansancio pero la vida me sonríe y Aude me invita a almorzar. Plat du jour (plato del día) nada más y nada menos que coq au vin. Sí, así como así el plato más lujoso que uno podría pedir en un restaurante francés es acá, evidentemente el equivalente a la milanesa con papas fritas.

El día se pasa y termina la jornada. ¡Quiero hacer las compras, ver mi depto, encontrarme con mi hermana, adquirir celular, sacar boletos para el bus, bañarme!. Todo llega. Llego al Convento de los recoletos. Una belleza de lugar. Los martes hay clases de tai chi y los viernes… fiesta!. La lavandería está en planta baja y una mujer vendrá a limpiar su studio todos los lunes.

Acá tiene la llave de su casilla de correo, su número de teléfono es el siguiente. Si necesita más vajilla en la cocina porque espera invitados, no tiene más que pedirnos. Tiene su Internet. Está todo. Que tenga buena estadía. Gracias. Cierro la puerta y me rio sola. No puedo creer lo que me está pasando…

Paris es una fiesta. Y yo soy la invitada de honor. Mi hermana ya me mostró dónde comprar la comida vietnamita para llevar, el lugar donde nos vamos a ir hacer la manicure, el «‘arabe» (que es como nuestro chino) que vende el mejor aceite y otros secretos.Ya tengo mi navigo (la tarjeta subte francesa), mi celular, mi casa, mi oficina, mi número fijo, mi seguro social, mi planning, mais tout en français!.

El jueves se larga el trabajo de verdad, pero ya estoy preparada. Me siento como en mi primer día de clase: verifico si tengo anotados todos los números de teléfonos necesarios, los códigos de entrada, la tarjeta de libre acceso, plata por cualquier eventualidad (como diría una madre), lapiceras, cuadernos y me voy a dormir.

En el próximo post empiezan los sucesos laborales que me van impactando. Estamos en viernes y ya tengo como mil. Me levanto temprano y decido ir caminando despacito, disfrutando cada momento y con tiempo para tomar mi primer café mirando a la gente pasar.

Y con esta imagen del Café Beaubourg, termino esta introducción a lo que será una especie de cahier de voyage, un diario laboral, sentimental, tecnológico, extranjero, parisino y por sobre todo muy francés.

Se vienen dos entrevistas importantes: una con Sylvere Mercier, un bibliotecario muy joven y muy moderno que tiene un blog que él mismo describe como privessionnel y que se ocupa de la organización de la identidad numérica (facebook, twitter, etc) de la Bpi y con Natalie Nosny, la encargada de los archivos sonoros. Por la tarde, la visita a la Biblioteca Nacional de Francia. Después les cuento. A demain.