Antes de comenzar, me parece esencial dar cuenta de una diferencia. Una cosa es una biblioteca digital, otra cosa es una biblioteca online, otra cosa es una biblioteca virtual y otra cosa es esta nueva opción de bibliotecas sin libros. Por supuesto que algunos conceptos son casi sinónimos, pero podemos dar pequeñas (o grandes diferencias).
Empecemos por la biblioteca que nos atañe: en realidad, la biblioteca sin libros, tiene libros. El tema es libros ¿cómo? Libros digitales, libros que no están hechos de “carne y hueso” es decir de papel. La Biblioteca sin libros existe, tiene un espacio físico que se establece en un espacio real. La biblioteca no desaparece, al contrario, está bien firme arquitectónicamente, pero los libros han cambiado su formato, su estructura, su textura…
Una biblioteca sin libros, además, tiene otras cualidades arquitectónicas y de contenido. Son, generalmente, espacios que cuentan con pantallas, computadoras y todo equipamiento o plataforma que se use para le lectura digital, videojuegos, etc. Un espacio terrenal, pero para consultar contenido digital. No necesariamente en la nube. Pero en un estante, por ejemplo, ya no habrá libros sino cajitas con videojuegos, DVD, etc. Habrá lectores de ebooks (e-readers), tablets, pantallas táctiles, X box, Kinect…
La biblioteca digital es aquella en la que sus libros están digitalizados. Pero, ésta puede ser parte de una biblioteca física en donde convive material físico y digital, lo que podemos llamar “mixtas”. Uno va a una biblioteca, se sienta en una computadora y accede a las colecciones. La on line es igual: el contenido está en línea.
La biblioteca virtual difiere con éstas últimas en que se puede acceder al material desde cualquier lugar del mundo. Los recursos se encuentran en un repositorio o en la nube. Sólo habitan en el sitio web respectivo. En el ciberespacio. En las digitales u online, lo que pasa es que a veces son catálogos cerrados: accedemos a los materiales en la biblioteca solo gracias a un password previamente otorgado.
Es decir que cuando decimos que una biblioteca deja de abrir sus puertas, hablamos solo de un hecho espacial, físico, no de su desaparición por completo.
Veamos ejemplos: la William H. Welch Medical Library en la Johns Hopkins University, Baltimore anunció con altavoces que sería una biblioteca sin libros. Pues no es así: sigue existiendo el edificio con materiales tradicionales y “tocables”. Pero sigue siendo interesante el concepto del que se partió: Nancy K. Roderer, su directora, decía que habían estado mirando las tendencias y que descubrieron que el uso del edificio estaba “fuera de moda”, asimismo la circulación del papel y que, al mismo tiempo, lo que se veía mucho, era un incremento del uso de materiales on line. Por eso, su interés en poner énfasis en los materiales y apoyo en línea. Especialmente para el caso de una biblioteca de medicina en la que sus textos deben ser los más modernos y actualizados. Necesitamos evolucionar tanto como la tecnología lo hace, agregaba.
Interesante todos los comentarios acerca de la aceptación, por parte de los actores, de este hecho, especialmente el siguiente: no todos estaban muy conformes, sin embargo, el razonamiento era el siguiente: a mucha gente le gusta hacer siempre lo mismo. Pero ¿qué pasa si “eso mismo” deja de ser necesario? Varios sintieron algo así como cierta “nostalgia”.
Un comentario de Simeon Margolis, un profesor de medicina y química biológica, miembro de la Universidad desde 1965, dio también su opinión de la que me resulta interesante destacar el siguiente comentario: cuando iba a un estante en búsqueda de alguna revista, me sucedía que encontraba una al lado en la que, posiblemente, no hubiera pensado y que resultaba más útil e interesante que en la que, en realidad, buscaba.
Pues bien, ¿por qué rescato este comentario? Porque si todo avanza, como viene avanzando, este mecanismo de “recomendación” también podrá darse (y en ciertos aspectos ya se da) en la vida digital. Si uno piensa en los algoritmos, en la web semántica, en el etiquetado, etc. Se podrá dar cuenta de que esto pronto será una realidad. Al buscar “digitalmente” (en la nube, on line, virtualmente), millones de modos se están desarrollando para estas posibles recomendaciones. Pensemos en el sistema de algoritmos de Facebook, Ebay, Amazon… y pensemos en aplicaciones o sitios web concretos que abordaremos en otro post.
Similar es el caso de la Stanford’s Terman Engineering Library que ya cuenta con más de 65.000 ebooks. Pero que también cuenta con un espacio físico. Un dato: a pesar de que abre y cierra, como todo establecimiento, el hecho de ser digital, permite que los alumnos puedan descargar los textos en sus computadoras, celulares, etc. 24/7. Es decir, cuando quieran y desde donde quieran.
La BiblioTech Digital Library es una biblioteca pública totalmente digital en los Estados Unidos, en el Condado de Bexar, Texas. Esta Biblioteca no cuenta con un espacio físico en lo que respecta a su función específica (quizás sí haya un espacio administrativo, pero eso es otra cosa).
Otra posibilidad que “confunde” el concepto es aquella en que: el espacio existe. Hay un edificio, pero sólo se accede a los libros digitales, en su mayoría, a pedido (on demand). Es decir que, de algún modo, efectivamente no tiene libros, porque no los vemos. Es el caso de la Taubman Health Sciences Library, Michigan. Los libros fueron trasladados a un lugar y desde allí son “enviados”. Su adecuación a la era tecnológica no termina acá: la biblioteca cuenta con un simulador de clínica para que los estudiantes ensayen circunstancias con las que se enfrentarán a lo largo de su vida profesional. Asimismo cuenta con un cadáver virtual que puede manipularse a través de una pantalla táctil.
Esto reflejaría lo que venimos diciendo en otros posts: las bibliotecas “desaparecen” como estructura decimonónica pero no como biblioteca en sí. Cambian los espacios, cambian los formatos, cambian los dispositivos y, por supuesto, como consecuencia, cambian los roles profesionales: los bibliotecarios no son meros “entregadores” de libros en estantes sino que intervienen en la capacitación y alfabetización digital en general.
El bibliotecario que se viene (y que ya está) es un reformulador, un verdadero referencista para los investigadores. Se podrán especializar y ocupar en desarrollar programas a medida de manera de permitir a los investigadores y estudiantes en general, consultar el vasto universo que Internet nos propone y filtrar aquello que realmente es útil. Las bibliotecas serán centros de análisis, laboratorios y ya no, esa imagen vetusta de libros estancos.
Hay algunos pequeños detalles (o desventajas) que dejo como temas a debatir. En su momento, Sarah Houghton, directora de la San Rafael Public Library en California, ante un proyecto que se llevó a cabo de este tipo, dijo: «prematuro.» ¿Por qué? He aquí sus razones:
«Hay gente que, simplemente, prefiere el formato físico, no quieren leer desde o en un dispositivo. Algunos que podrían quererlo, no están tecnológicamente capacitados y necesitarían una ayuda extra que la biblioteca, posiblemente, no conciba como gasto extra. Hablamos de staff capacitado y esto presumiendo, desde ya, que además de ese gasto, implicaría una cantidad de dispositivos extra también.
Siempre voy a discutir este punto porque, justamente, en breve, esto ya no será un punto de discusión. Será así y la capacitación o formación para y por bibliotecarios será completamente obligatoria y adquirida (ya hablamos y volveremos a hablar respecto del nuevo perfil del bibliotecario).
Pero lo más importante y, tal vez, lo único que no podría contrarrestar es que no todo el material del mundo está digitalizado (ni mucho menos) ni para acceder, ni para comprar. Muchas editoriales no tienen ninguna intención de darle estas licencias a las bibliotecas o el precio es exorbitante.
Otro comentario sobre las desventajas es dado por la bibliotecaria académica Barbara Fister quien explica, de algún modo, el mismo tema de los precios: acceder a ebooks y e-journals (diarios electrónicos) es hoy muy caro. Habrá que pensar en aquirirlos. Por el momento, la libertad que parece traer consigo lo digital no es más que un mito de la exigencia de mantenerse “encadenado” a un pago ad eternum para mantener una colección virtual, alertó el bloguero Alastair Creelman. “los libros que uno compraba no eran baratos pero, una vez que estaban en el estante… era nuestro. Con la e-literatura, esto no es tan claro”, agregó.
Por supuesto que hay desventajas. El uso, la costumbre, el ya casi falso concepto de que las bibliotecas son la fuente del conocimiento y etc. Pero también hay ventajas: llegar a un texto que antes no podíamos porque estábamos lejos. Poder acceder a él desde varios dispositivos tales como el celular y no tener que esperar a estar instalados en algún espacio con computadoras, etc. Y por sobre todas las cosas, porque Internet se presenta como un enorme gigante que nos entrega todo y ya no habría razón para ir a un establecimiento específico en la búsqueda de lo que hoy, está al alcance de un click.
Muchas amagaron, pero pocas lo lograron, al menos por el momento. Veamos un poco un memo enviado por la NASA en 2011: (resumen y humilde traducción)
NASA Internal Memo: Goddard Libraries Transition to Electronic Services
Subject: Goddard Libraries Transition to Electronic Services
Colegas:
A partir del 1 de enero 2012, las bibliotecas de la NASA Goddard en Greenbelt y Wallops harán la transición a una actividad totalmente electrónico. En respuesta a los cambios en el entorno de investigación y recursos a las prioridades impulsadas por el Centro, ya no podremos mantener una presencia física, pero se centrará en apoyar las necesidades de investigación de la comunidad Goddard electrónicamente. Nuestra presencia digital permanecerá como un portal para nuestra vasta colección de material electrónico y nuestros especialistas en investigación continuarán estando disponibles para apoyar los requerimientos de los investigadores de Goddard en evolución.
El cierre de las bibliotecas físicas es un movimiento estratégico para cambiar la finalidad de los recursos y reorientar los esfuerzos hacia colecciones electrónicas mejoradas y nuevos servicios vitales para la Goddard para seguir siendo productiva y competitiva en la investigación científica.
Durante los últimos 16 años, la Biblioteca ha desarrollado una robusta colección electrónica. De hecho, la gran mayoría de la colección de revistas que ya están disponibles electrónicamente y nuestras colecciones de libros electrónicos ofrecen acceso a más de 80.000 títulos. Especialistas en la materia de bibliotecas ofrecen servicios de investigación y de capacitación virtuales, así como el apoyo a los recursos electrónicos.
En todo momento, vamos a trabajar con la comunidad para asegurar una transición lo más suave posible. Hemos establecido un FAQ (http://library.gsfc.nasa.gov/center/libinfo/faq.htm) para abordar las cuestiones más específicas que pueda tener sobre el tema. Este enlace ya no existe…
Sigamos con más ejemplos: en la Florida Polytechnic University Library, hay acceso a alrededor de 135.000 libros electrónicos que se da a través del programa de préstamo interbibliotecario del sistema universitario estatal. Otro ejemplo mixto: La Fisher-Watkins Library.
En próximos posts, daremos direcciones de varias bibliotecas digitales y virtuales que están establecidas hace mucho tiempo y que funcionan, de manera mixta o no, perfectamente. Por ahora y por lo que hemos visto, la biblioteca sin libros es más un llamativo título para un artículo que una realidad. Sin embargo pronto, será “la biblioteca con libros” el que devenga un título de ciencia ficción.
[…] varias ocasiones, especialmente cuando hablamos de las bibliotecas sin libros, comentamos que, más allá de la evolución en el profesional de las bibliotecas, lo que se da es […]
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